loader image

 

Las y los niños tienen derechos constitucionales en México, vale recordarlo a propósito de la celebración del Día del Niño en nuestro país. El articulo 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece concretamente: “niñas, niños y adolescentes tienen el derecho a ser protegidos contra actos u omisiones que puedan afectar su salud física o mental, su normal desarrollo o su derecho a la educación en los términos establecidos en el articulo 3º constitucional”. Incluso existe una ley reglamentaria de este precepto constitucional, la “Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes”, que tiene por objeto garantizar la tutela y el respeto de los derechos fundamentales reconocidos por nuestro máximo ordenamiento jurídico.

Ademas de esta disposición, hay otros derechos más esparcidos a lo largo y ancho de nuestro texto constitucional y en distintas disposiciones internacionales. Por ejemplo, las y los niños mexicanos tienen derecho a: la vida, a la supervivencia y al desarrollo; a la identidad; a vivir en familia; a la igualdad sustantiva; a no ser discriminado; a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral; a la alimentación; a una vida libre de violencia; a la integridad personal; a la seguridad social; a la prohibición del trabajo infantil; a la inclusión; a la libertad de convicciones éticas, pensamiento, consciencia, religión y cultura; de participación; a la salud desde la etapa prenatal y postnatal; de nacionalidad; de acceso a las tecnologías de la información; de prioridad; a la niñez migrante; es decir, por legislación en favor de este segmento de la población no paramos. El problema, otra vez, es que la mayoría de estos derechos tan importantes son letra muerta.

Quiero destacar que es esta población tiene “derecho de prioridad” sobre otros segmentos. Es decir, el Estado Mexicano en su ejercicio de gobierno, en sus políticas públicas, en su aplicación de justicia y en su actividad legislativa debe dar prioridad a las niñas y a los niños de México. Esto, desde luego, no sucede en nuestro país donde desafortunadamente, insisto, nuestros derechos son de papel.

Por ejemplo, hoy el Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes está prácticamente desaparecido, no hay en el presupuesto federal partidas directas para el sistema. La inversión pública es del 3% del PIB para un segmento de la población que por lo menos representa el 30% del total, casi 40 millones de mexicanos. Dato revelador es que el presupuesto público por niño, en México, es el más bajo de todos los países de la OCDE, cuando está documentado que 7 millones de niños viven en condiciones de pobreza y por lo menos 2 millones, o no tienen vacunas, o tienen el esquema de vacunación incompleto.

Las políticas publicas deberían tener un profundo impacto en la vida de nuestros niñas, niños y adolescentes dándoles acceso a todos los derechos que hemos mencionado, pero quiero resaltar un derecho que está implícito: el de la igualdad. Hoy, las y los niños mexicanos nacen, crecen, se desarrollan y mueren en la desigualdad. Justo de eso se trata el fondo de los derechos de las y los niños que crezcan en la igualdad, solo así se estrecha la brecha histórica de nuestra sociedad.

La Convención de los Derechos de los Niños de la ONU (UNCRC) prioriza el acceso a la educación con presupuestos adecuados y sostiene la integralidad de los programas educativos, la infraestructura escolar y la educación infantil como medio de libertad y de movilidad social. En esta legislación internacional destaca también el derecho a la salud, a la nutrición y a las vacunas. Otra vez el Estado mexicano esta en falta ahora con disposiciones internacionales.

No quiero dejar de mencionar la protección contra la violencia familiar, el abuso y la explotación sexual. En la sociedad hipócrita que se vive en México no queremos reconocer que los delitos sexuales cometidos en contra de niñas y niños mexicanos se multiplican por miles y tienen su origen principal -no el único- en la familia y en los círculos amistosos cercanos a las victimas. Ya ni hablar del trafico infantil con motivos de explotación sexual, está documentado que nuestro país es paraíso de pederastas. Otra vez se falla, pues también existe el derecho de acceso a representación legal y a la creación de un sistema de protección de víctimas, en este caso de nuestras y nuestros niños. ¿Alguien conoce el sistema?

Una buena noticia, en medio de nuestra triste realidad social, es la firma del “Pacto por la Primera Infancia” por las y el candidato presidencial. Por fin, alguien pone un tema importante en la agenda del proceso electoral presidencial que vivimos. La “primera infancia” es el periodo que va del nacimiento a los 6 años, otros lo amplían hasta los 8 años, es justo el momento para el desarrollo cerebral de las personas. En esta etapa de desarrollo biológico, psicológico, cultural y social, la desnutrición y la falta de vacunas afecta para siempre el desarrollo de la personalidad. No queda más que felicitar a todas las personas, a las organizaciones, al colectivo que sentó a los presidenciables y los hizo firmar un pacto vital no solo para la actual coyuntura política sino para el futuro de México.

Por cierto, los que leemos la Biblia sabemos que el tema de los pactos es cosa seria. Dios estableció “Pactos” de redención, de obras y de gracia. Un pacto no es una promesa, un pacto es incondicional. Dios no le puso condiciones con quien pactó, como Abraham, Moisés, David o Jesús. El cumplimiento de los pactos es voluntario porque tienen, bajo esta perspectiva un propósito divino. Dios es Dios de pactos con los seres humanos que están decididos a cumplir sus propósitos de vida. Quien cumple los pactos, cumple su propósito, quien no, nunca lo hará. Así que ojalá nuestros políticos tomen en serio los pactos públicos a los que se comprometen.

Una sociedad que incluya a sus niños para que alcancen su máximo potencial es el inicio a la igualdad social y a una verdadera transformación de la vida nacional. Reconocer los derechos de los niños es fundamental para nuestra democracia y pero también lo es para la dignidad humana. Hagamos un pacto por la niñez mexicana como dice el Pacto por la Infancia: “Hacer de México un país en el que todas y todos los niños menores de 6 años alcancen su desarrollo pleno e integral mediante el goce efectivo de todos sus derechos.” Ahora a cumplir su palabra, porque está firmando y es un pacto, y los pactos se cumplen, sino mejor no se hacen. Claudia: ahí está otro llamado de la historia.