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Una bajeza, ahora contra María Amparo Casar

 

No debería estar gastando mi tiempo ni este espacio en esto. Debería seguir escribiendo sobre el Calentamiento Global Antropogénico (CGA) o sobre los dañinos efectos del Glifosato para así intentar convencer a la ciudadanía de la necesidad de virar de las prácticas agroindustriales a la agricultura regenerativa. Ellos son elementos clave del golpe de timón que la humanidad requiere para evitar los peores efectos del CGA.

Pero es tan infame lo que está haciendo el habitante de Palacio Nacional —y lo nombro así porque, para mí, ha perdido completamente el derecho a ser nombrado “presidente” de mi nación— contra la politóloga y periodista María Amparo Casar que no puedo dejar de intervenir. AMLO está dinamitando a su propio movimiento y condenando a los candidatos de su partido.

Los candidatos de Morena que serán evaluados en las urnas en unas pocas semanas están en una situación insostenible: si en este asunto se ponen del lado del presidente quedarán como vergonzosos cómplices de sus dislates… y si se colocan en la posición contraria recibirán la ira —que ya conocen y saben terrible— del propio AMLO.

Me permito denominar dislates a lo afirmado recientemente por AMLO contra María Amparo Casar [1] porque al único que evidencian como corrupto es a él mismo —junto a su entonces subordinado, el Mtro. Bernardo Bátiz— pues si fue cierto que ellos “debieron ceder ante el influyentismo” y modificar el dictamen de suicidio del marido de María Amparo Casar… los que cometieron el acto de corrupción fueron ellos mismos. A quien debe, entonces, perseguirse y castigarse por tal acto no es a María Amparo Casar sino a los que supuestamente modificaron el acta. Una ciudadana puede rogar, suplicar, intentar influir y mil actos incorrectos más, pero corresponde al funcionarlo hacer cumplir la Ley. El ciudadano puede “decir misa”… pero el deber del funcionario es hacer cumplir la Ley. De otra manera incurre en un acto corrupto. En esta historia es AMLO quien se reconoce corrupto y, en el mismo acto, enloda a quién entonces era su subordinado: el Mtro. Bátiz.

Y que AMLO realice acusaciones de tal magnitud, que exhiba los datos personales de la Directora de Mexicanos contra la corrupción, así como los de su familia, que la insulte y ataque, que haga que el tristemente vergonzoso director de PEMEX le haga el juego y de manera ilegal retire la pensión de viudez a María Amparo Casar es de una bajeza que sólo puede comprenderse como un síntoma grave de AMLO. Un síntoma de tiranía que ya había mostrado contra el periodista Loret de Mola, así como contra todos aquellos grupos o personas que se han opuesto a sus cuasi divinos designios. AMLO se muestra de nuevo como un dictador vengativo que no pudo soportar que María Amparo Casar demostrase en su estudio Los puntos sobre las íes que él nos engañó a todos, que quien mintió, robó y traicionó ha sido él mismo.[2]

Ya es inocultable que el habitante de Palacio Nacional es un vergonzoso dictador el cual, como aquellos que lo han precedido a lo largo de la historia humana, no podrá sino sembrar discordias y ocasionar desgracias.

No termino sin antes señalar que me enoja sobremanera tener que versar sobre estos temas mientras el Calentamiento Global nos agobia y convierte en desiertos los principales lagos de México: el lago de Chapala, en Jalisco, según datos oficiales, ha perdido el 57% de su caudal, el de Cuitzeo en Michoacán, un 70% y el de Pátzcuaro, también en Michoacán, un 43%. Tales fenómenos son los que deberían preocuparnos y movernos a realizar acciones para detenerlos o, al menos, mitigarlos.

Pero los dislates —o cortinas de humo— del habitante de Palacio Nacional nos parasitan y no nos dejan pensar en lo verdaderamente importante.

[1] López Obrador, Andrés Manuel (2024). ¡Gracias!, p. 100.

[2] México, Debate, 2023, p. 3ss.