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Debió ser un alarife, o un albañil, o bien una mujer, quien no contenta con la simpleza de un aplanado exterior uniforme, para los muros de su casa, decidió mandar poner “estrellas” o “nubes”, elaboradas con pequeñas piedras, en calidad de entretenimientos para la vista, para atraerla de modo que compitieran esos adornos, con las artes que decoraban portones y ventanas, con todo y sus herrerías forjadas, así privilegiadas. Era algo así como darles el derecho a decir: “también estamos aquí y brillamos”.

Sólo así concibo el tránsito del tratamiento estructural que vemos en casonas antiguas de Yecapixtla o de Atlatlahucan, al uso de pequeñas piedras que acompañan los cuarterones de adobe, dándoles consistencia y elegancia, al tratamiento ya no tanto estructural, que vemos en muros de casonas de dos y más siglos en Valladolid, Yucatán. El cambio es enorme: de la monotonía lineal, separando las hiladas de cuarterones, a los arreglos primero azarosos, entre pedrería caliza y luego arreglos que obedecen diseños geométricos, particularmente curvos, que siguen variados patrones, llenos de vida y elegancia.

El tratamiento que los albañiles le han dado a esa decoración exterior en casonas de Valladolid es acompañado de mezcla caliza y se presta hoy día a añadirle color en pinturas. Sólo con el ánimo de mostrar un ejemplo, acompaño este textito con foto de acabado que vi por estos días en Valladolid, ciudad en proceso, como toda antigua, de ir perdiendo sus fachadas centenarias y en más casos, sus construcciones interiores, como las de Atlatlahucan y Yecapixtla.

Aprovecho para mencionar aquí que pude ver en algunos interiores, cenefas en lo alto de los interiores, muy anchas y floreadas, de colores ocres, que me obligan a compararlas con algunas que vi tras el sismo del 2017, en Atlatlahucan, Morelos: las de esta última ciudad, más angostas, bicolores, también en lo alto de los cuartos, pintadas sobre enjarrados de cal.

Por cierto, existe un registro de casonas de Atlatlahucan, cuya remodelación requiere autorización del INAH, dado que están catalogadas como parte del patrimonio estatal.

Como todo acto creador, admirable y que ha dejado huella en estas casonas viejas, producto del trabajo de alarifes y albañiles, comandados por mujeres también, dedico este textito a quienes han atraído nuestra vista con sus hermosos diseños y nos hacen buscar estos espacios únicos, inolvidables, que enriquecen nuestro patrimonio cultural, colectivo, local, regional y nacional. Por lo mismo, dejo espacio para mostrarles fotos con ejemplos de lo dicho. Ojalá se den oportunidad de visitar esos espacios, y disfrutarlos.

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Foto: Cortesía del autor