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Nuestro interés aquí es esbozar algunas consideraciones sobre el derecho a la información, como condición para construir una sociedad democrática en el sentido más amplio del término. Es importante salirnos de la trampa en la que nos han metido de creer que la democracia es básicamente un mecanismo para elegir a representantes populares; trampa que por cierto ha hecho que en la práctica la democracia se haya convertido en una ideología, y no en una función social en la que todos nos hacemos corresponsables de vivir en sociedad, bajo normas consensuadas.

Preguntémonos primero ¿qué es la información y cuál es su importancia? Mucho se ha escrito sobre el tema desde muy diversas perspectivas y disciplinas. Dar cuenta de ello es propio de un trabajo de formato académico que requiere otro tipo de espacio. Señalemos simplemente que el tema es de tal importancia, que a la actual fase de la sociedad planetaria se le está llamando la “sociedad de la información”. Este grado de avance tecnológico está siendo estudiado desde la visión de las ciencias sociales y humanidades, y también desde los códigos que nos ofrecen las ciencias físicas y matemáticas.

Respecto a la naturaleza propia de la información, simplemente señalemos que Claude Elwood Shannon (1916-2001) matemático, ingeniero eléctrico y criptógrafo estadounidense, nombrado “el padre de la teoría matemática de la información”, parte de la premisa de que todos los procesos que encontramos en la naturaleza se pueden describir mediante modelos matemáticos e información procesable, por lo que la relación entre información y realidad son inseparables.

Asumamos pues la idea de que la información es el componente esencial de la realidad, la cual se puede expresar en mensajes, imágenes, y datos, que a su vez se transmiten por diversos medios, a distintos grupos para distintos propósitos. Pero, transmitir datos, no es en sí mismo un proceso de comunicación, ya que éste por definición requiere de la retroalimentación de quien recibe el mensaje enviado. Siendo el dato la materia prima de la información no es, sin embargo, suficiente para generar el conocimiento sobre las cosas, por lo que es necesario que exista en la mente humana un esquema que permita ordenar ese cúmulo de datos, para luego razonarlos y relacionarlos de tal forma, que puedan finalmente traducirse a un auténtico conocimiento de la realidad. Cumplido lo anterior, el siguiente paso, es determinar cuál es la mejor forma de transmitir esa información a otras personas, para lo cual hay que codificarla de manera adecuada para que pueda ser entendible por el receptor. Pero, en la vida práctica y cotidiana ¿cuál es el propósito de comunicar información y por qué hablamos del derecho a estar informados como ciudadanos?

El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos humanos establece que «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión». La información, traducida a conocimiento de la realidad, al final está vinculada a la toma de decisiones personales, familiares y comunitarias en cualquier ámbito y dimensión.

En la dimensión social, en la que debemos construir y ejercer ciudadanía plena, no podemos olvidar lo siguiente: “la información es poder. La libertad de información y la libertad de expresión luchan contra la concentración de la información en las manos de unos pocos. Por supuesto, toda información está sujeta a diversas interpretaciones, y por este motivo, la función de un sector mediático abierto y pluralista como centro de intercambio de información es fundamental para entender mejor cualquier cuestión. En lo que se refiere a fomentar el empoderamiento de los ciudadanos, la libertad de información es el núcleo de una democracia participativa. Consideremos las consecuencias de que un electorado desinformado acuda a las urnas; consideremos las consecuencias de que se frenen o se manipulen los flujos de información en tiempos de crisis política o conflictos étnicos. La libertad de información promueve un sentido auténtico de pertenencia a una sociedad y, por lo tanto, otorga sentido al concepto de ciudadanía”.

https://www.un.org/es/observances/press-freedom-day/background#:~:text=El%20derecho%20al%20acceso%20a,en%20cuyo%20caso%20pasa%20a

Aceptando sin glosa todo lo anterior, los ciudadanos deberíamos responder colectivamente las preguntas siguientes: de todo lo que se puede estar informado sobre el comportamiento de la realidad, ¿qué es lo que necesariamente debemos saber?, ¿cuál es la mejor forma de saberlo?, ¿cuándo saberlo?, y, específicamente, ¿para qué saberlo?

En época de elecciones, como en la que hoy estamos en México, sería muy interesante que quien está en búsqueda de nuestro voto, cambiara la forma y fondo de hacer campaña política; por ejemplo, que nos hiciera saber cuál es el tipo de información que considera relevante que compartamos como sociedad y que nos dijera a qué tipo de decisiones considera que deben estar vinculadas en materia de propuestas legislativas y de formulación de políticas públicas. Hacer esto sería sin duda una expresión, no única, de cómo se puede hacer realidad el derecho al acceso a información que tenemos como ciudadanos.

Es tan general, y tan poco sustentada y razonada la información que nos transmiten los candidatos en sus campañas, que, si no tomamos conciencia de ello, y no buscamos formas para que se actúe de manera distinta, seguiremos en el autoengaño de que somos una sociedad democrática.

*Interesado en temas de construcción de ciudadanía.