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El año pasado la “Coalición Ambiental y Cultural” en colaboración con la organización internacional Global Water Watch consideró que el agua del Río Cuautla estaba tan sucia que prácticamente era inutilizable.

Sus altas concentraciones de la bacteria Escherichia coli (E. coli) la imposibilitaban para el consumo humano y la gente no debería nadar ni bañarse ahí. Y no es una exageración: los especialistas encontraron que, tan solo de esa bacteria -ya presente en los intestinos de personas y animales sanos-, la concentración rebasaba por cientos de veces los límites permitidos.

En las afluentes del río Cuautla hay descarga directa de aguas negras, de residuos de más de 13 mil industrias y de las más de 240 mil cabezas de ganado que se crían en sus zonas aledañas. Y así, parte de esa agua se usa para regar siembra. Pero eso no es raro en nuestro estado, por lo menos en lo que concierne al río Cuautla, el 80 por ciento de su caudal es agua sin tratamiento alguno, y por el estilo se encuentran el resto de los cuerpos de agua en Mrelos.

Hoy se publica un reportaje de nuestro compañero Hugo Barberi que reproduce en pequeña escala la contaminación típica de nuestra agua y de nuestro alimentos ocasionado principalmente por la ignorancia e irresponsabilidad de los vecinos y por el desdén y descuido de las autoridades.

El canal de riego de Xoxocotla, de cuyo líquido se benefician alrededor de 800 hectáreas, sufre una verdadera mutación en su trayecto pues recibe despojos animales de varios rastros, basura de comercios y casas, descargas directas de aguas negras antes de ser depositadas en los campos de cultivo.

Los vecinos también usan este canal para actividades recreativas y no les extraña -ni molesta-encontrarse de pronto con algún despojo o basura flotante.

Un canal de riego contaminado por desechos humanos, basura en general y restos de animales muertos puede representar serios riesgos para la salud pública. Puede haber problemas gástricos de diferentes niveles de gravedad, hepatitis, cólera, contagio de parásitos intestinales y enfermedades de piel y ojos por mencionar algunos padecimientos sin entrar a detalle, lo peor es que la contaminación del agua de riego no solo afecta a quienes entran en contacto directo con ella, sino también a la comunidad en general que consume los productos regados con tal líquido.

Lo asombroso es que no hayamos tenido una crisis sanitaria de gravedad todavía, una que pudiera representar un serio descalabro para la economía estatal por la necesidad de cerrar industrias, corrales y hasta campos de cultivo al mismo tiempo. Lo malo del deporte nacional de patear el bote a las generaciones venideras es que a cada empujón de la lata, se incrementa exponencialmente el costo que, tarde o temprano, se tendrá que pagar.