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Habíamos llegado desde la ciudad de México con mi mamá, Devaki Garro y mis hermanos, a Tlalquiltenango al funeral de Rubén Jaramillo, Pifa su esposa, y sus hijos asesinados por el gobierno de López Mateos. Una multitud fiel seguidora de Rubén colmaba el cementerio, que, sin embargo, guardaba un silencio sobrecogedor. El cementerio se encontraba rodeado por el ejército, lo cual creaba un ambiente de tensión e incertidumbre. A pesar de que yo solo contaba con siete años de edad, entendía bien la situación, ya que mi madre y mis hermanos convivimos con Rubén y su familia por muchos años.

Durante el funeral, recuerdo muy bien un acontecimiento, del cual fue protagonista mi hermano mayor Francisco: antes de bajar el féretro a la fosa, mi hermano le colocó, con un gran respeto, una bandera mexicana, cuando entonces, un militar se abalanza tratando de arrebatarle la bandera y de manera insolente grita “La bandera solo se les pone a los héroes” A lo cual, Francisco respondió enérgicamente “¡Mi general Rubén Jaramillo fue un héroe!” al mismo tiempo que sostenía la bandera sobre el féretro apoyado por los demás compañeros de Rubén que rodeaban el ataúd. Fue tan contundente este suceso, que el militar se tuvo que retractar.

En aquel entonces mi hermano contaba con solo 20 años de edad, la bandera la conservamos en nuestra familia por muchos años, después, no supe que pasó con ella.

*Título de la redacción