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Esta colaboración es una continuidad de mi entrega publicada el pasado 13 de abril. En esa ocasión expuse que, desde mi perspectiva, la narrativa de la oposición sobre que el actual proceso electoral se encuentra en riesgo debido a una “elección de Estado” no cuenta con bases sólidas.

Quiero volver a detenerme en ello básicamente por dos cuestiones: 1) hubo ideas que se quedaron en el tintero; 2) la temática es por demás relevante. Si es verdad lo que aduce la oposición, efectivamente sería un retroceso muy importante en el sistema político-institucional del país, el cual, con todo y sus grandes e indudables limitaciones, hoy en día es más abierto y plural de lo que era hace unas décadas gracias a amplias luchas sociales.

Es importante comenzar señalando que no tengo ningún interés de que mis posturas se entiendan como una defensa integral de la llamada 4T. Quienes lean otras de mis columnas podrán comprobarlo, sobre todo aquellas donde critico la militarización del país y sus impactos negativos en términos de violaciones graves a derechos humanos y acceso a la justicia y a la verdad.

Sobre lo electoral, es claro que no todo lo hecho por el actual gobierno es defendible (¿de dónde salieron los millones de pesos que financiaron la campaña anticipada de Sheinbaum?, por ejemplo). Mi inquietud se centra en que, a mi parecer, la narrativa de la “elección de Estado” coloca las acciones del gobierno como la principal causa de la posible derrota de la alianza opositora, incluso antes que sus propios errores tanto del presente como del pasado reciente y no tan reciente (no olvidemos quiénes gobernaron el país durante casi 100 años).

Visto así, pareciera que la corrupción sinónima del PRI y el desinterés por los sectores sociales más desprotegidos por parte del PAN (¿aún existe el PRD como partido político?, vale la pena discutirlo) no es lo más importante para entender por qué Xóchitl Gálvez está debajo de Sheinbaum en todas las encuestas serias. Por supuesto que hay matices y particularidades que vale la pena atender, pero, al mismo tiempo, el amplio rechazo social hacia la oposición no es nuevo; se remonta a antes de la elección de 2018 y se ha mantenido durante todo el sexenio.

Creo que, hasta el momento, los problemas con la implementación de la política electoral son más de forma que de fondo. Es verdad que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se encuentra incompleto, pero no veo riesgo de que la voluntad de la ciudadanía no se vea reflejada en los resultados. Y eso, al final de cuentas, es lo más importante. No es imposible que fuerzas políticas diferentes a las que están en el poder ganen elecciones. Ya lo veremos en algunos de los muchísimos cargos de elección popular que están en disputa.

Otro de los argumentos detrás de la narrativa de la “elección de Estado” se centra en el tema de los programas sociales. Se dice que los miles de servidores de la nación se encuentran en campaña señalando a la población que, si no votan por Morena, perderán los apoyos. Hice una exploración buscando información que diera pruebas o indicios sólidos para probar que es así, pero no encontré información al respecto.

Más aún, sí es verdad que los programas sociales podrían desaparecer. Así como a este gobierno le interesó colocarlos en la constitución, otro podría influir en legisladoras y legisladores para quitarlos. Que hoy en día los programas sociales sean constitucionales no quiere decir que necesariamente vaya a ser así siempre. La constitución ⎯por fortuna⎯ no está escrita en piedra y depende de las posturas ideológicas y de los intereses de las mayorías políticas. No olvidemos que ningún diputado del PAN votó a favor de incluir la pensión de adultos mayores en la constitución.

Para ir cerrando, me sorprende y me molesta la desfachatez con la que líderes de la oposición hablan sobre lo público, como si su historial político fuera una buena carta de presentación, cuando es todo lo contrario. Para hablar de política se debe contar, entre otras cosas, con legitimidad. Muchos de quienes militan en los partidos que abrazan la candidatura de Xóchitl Gálvez simplemente no la tienen.

* Profesor de Tiempo Completo en El Colegio de Morelos. Doctor en Estudios del Desarrollo por el Instituto Mora.