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Mónico Rodríguez nació en Torreón, Coahuila, el 13 de abril de 1918, y murió el 4 de diciembre de 1998, a los 70 años. Fue organizador sindical, inventor y fabricante de un cañón antiaéreo, pintor y dirigente comunista. Y como buen jaramillista, participó tanto en las luchas campesinas como obreras y magisteriales.

En el espacio cultural La Bigotona, se presentó el libro elaborado en su honor Mónico Rodríguez: comunista y carmelita descalzo de Julián Vences Camacho, cronista municipal de Jojutla. La presentación contó con la presencia de diversas personalidades como Jorge Barrera, de la editorial Libertad Bajo Palabra; el periodista Paco Guerrero, quien colaboró en la introducción del libro; y dos de los nietos de Mónico, Xicoténcatl Rodríguez Adán e Irina Ravelo, ésta última habló desde España mediante un enlace telefónico.

La fecha coincidió, intencionalmente, con el aniversario del fallecimiento de Rubén Jaramillo, con quien Mónico trabó en Zacatepec una profunda amistad y relación política que duraría hasta el asesinato del líder campesino en 1962. Durante la presentación, se rindió homenaje a la memoria de Jaramillo con la interpretación del corrido compuesto por José de Molina en su honor.

Posteriormente, los participantes conversaron sobre el libro y relataron anécdotas sobre la figura de Mónico Rodríguez, un individuo excepcional caracterizado por su inteligencia, idealismo, ingenio y bondad.

“Hablar de Mónico Rodríguez es hablar de un hombre recto, honesto, sincero, congruente, apasionado y amoroso. Cada una de sus luchas las hacía con esos principios”, comentó su nieto Xicoténcatl durante la presentación.

El libro surgió a partir de las entrevistas realizadas por Julián Vences a Mónico Rodríguez y se publicó en los años 80 “siempre llegaba gente a entrevistarlo y preguntarle cosas”, relató Vences. La primera edición Fue auspiciada por la comisión de prensa del Partido de la Revolución Democrática y más tarde la editorial Libertad Bajo Palabra retomó una de sus ediciones para reimprimirla y darle difusión, como contó Vences.

Jorge Barrera, al opinar sobre la obra, la describe como un testimonio, una historia oral que se convierte en la forma literaria más auténtica para comprender la revolución. Nos permite adentrarnos en las experiencias íntimas de los procesos políticos y revela las motivaciones personales que impulsan la lucha por la liberación nacional.

Para la nieta de Rodríguez, Irina Ravelo, este libro es como escuchar a su abuelo, ya que Vences, en su redacción, respeta fielmente su forma de hablar y expresarse.

Paco Guerrero lo describe como “el mejor militante del partido comunista que ha habido en México” y de acuerdo con el libro, Mónico Rodríguez es recordado por aquellos que lo conocieron como un guía, hermano, amigo amoroso, compañero de lucha, soñador, comunista y jaramillista, su legado perdura como una inspiración para las generaciones futuras.

 

Personas sentadas en una mesa

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