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Evaluando las políticas de AMLO

 

Nos encontramos al final del sexenio de AMLO y es necesario evaluar sus políticas.

  1. La estrategia contra el crimen: “abrazos no balazos”. Debo reconocer que, cuando al inicio del sexenio, AMLO planteó su política de “abrazos no balazos” me pareció, al menos, una estrategia diferente, una que intentaba resarcir la fallida propuesta de Felipe Calderón. Desgraciadamente, la nueva política fue mucho peor. Ser tolerantes con los intolerantes, con los que abusan y transgreden, sólo fortalece a los criminales. Durante este sexenio el país terminó en un baño de sangre. Y como AMLO carece de autocrítica, a pesar de las evidencias en contra fue incapaz de modificar su política. Los amanuenses de su gobierno, elegidos por su lealtad y no por su capacidad como él mismo decía, fueron también incapaces de proponer el cambio de rumbo. AMLO, desgraciadamente, olvidó lo que sabe toda buena madre: al hijo que abusa de sus hermanos lo escucha y trata de resarcirlo, pero ¡no le permite volver a abusar!
  2. La estrategia contra opositores y críticos: persecución y denostación. Está por terminar el “sexenio de la venganza”, ese en el que se culpó de todos los males a los regímenes anteriores y donde, desde la cúpula del poder, se persiguió toda crítica, sea la de los políticos de la oposición, sea la de los periodistas que intentaron mantener su independencia. Como “por decreto” todo lo realizado en las administraciones anteriores era incorrecto y corrupto, los subordinados de AMLO no podían aprovechar la experiencia real y concreta de quienes habían lidiado con problemas similares. Desde el púlpito de la “mañanera” se creaban culpables que eran sometidos a juicios sumarios. La voz presidencial era Ley y su política de “estas conmigo o contra mí”, esa que Carl Schmitt definió como propia de las dictaduras, reinó durante todo el sexenio. Hubiera sido increíble que, en tanto “esperanza para México”, AMLO hubiese podido darse cuenta de que la crítica es un regalo, uno que nos revela una fracción de mundo para nosotros desconocida. Los críticos son a escuchar, no a perseguir.
  3. La estrategia de comunicación: la autovictimización y el engaño. Como el habitante de Palacio Nacional se fue convirtiendo en dictador, se fue llenando cada vez más de amanuenses: secretarios de Estado que llamaban la atención por su carencia de opinión propia, congresistas que aceptaban la indicación de “no cambiar ni una coma” a los designios del supremo líder y demás personajes que aparecían en sus mañaneras —del patético por lamebotas “Lord Molécula” a la vergonzosa responsable de “mirar la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, la de la sección “Quién es quién en las mentiras”. No los vamos a extrañar. Pronto terminará ese espectáculo donde nos dimos cuenta de que un presidente puede convertirse en conductor de televisión y hacer creer a sus seguidores que vivimos en una realidad alternativa. Como ante la crítica él siempre tenía “otros datos” (aunque proviniesen de las oficinas de su propia administración) muy pronto se perdió e hizo que sus seguidores también delirasen. Es así como logró dividir a los mexicanos entre sus creyentes y los demás: “corruptos”, “conservadores”, “neoliberales” y demás epítetos que merecían todos los que no compartían su opinión. Hubiera sido magnífico que AMLO hubiese sabido que no hay víctimas puras y todos somos corresponsables de lo que nos sucede.

Por fin termina un sexenio que, en primer lugar —y esto debe reconocerse— disminuyó la terrible brecha socioeconómica que habían permitido las administraciones anteriores —lo cual se le ha criticado como “clientelismo político”. Sin embargo, mejorar el salario de las mayorías constituyó un importante avance en el abatimiento de la desigualdad y la pobreza y ello se lo han agradecido las mayorías desde el inicio del sexenio.

En materia ambiental lo logrado ha sido dispar, pues mientras debemos aplaudir el cablebús, la lucha contra la expansión del glifosato, o la detención de las mineras, es evidente que las energías renovables brillaron por su ausencia y la selva fue depredada. Para AMLO sólo existían los combustibles fósiles y sus responsables en materia energética fueron incapaces de comprender la importancia del fomento a las renovables en la lucha contra el Calentamiento Global Antropogénico. Tocará a quién gane la presidencia virar a la sostenibilidad. Espero de corazón que así lo haga pues, de otra manera, el país continuará, como bien indica el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático y el Club de Roma, en la vía de la autodestrucción.