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Felipe Garrido*

A – Más que la literatura

Un cachorro de humanos está biológicamente equipado para sobrevivir, siempre que haya alguien que lo alimente, lo cubra, lo cuide, lo proteja del clima y de otros animales. Si tiene libertad de movimiento aprenderá a sentarse, arrastrarse, gatear sin necesidad de ayuda –lo hará en menos tiempo si alguien lo auxilia–. Un día, eso es motivo de festejos, se pondrá de pie y ensayará sus primeros pasos y sus primeras voces, que serán reflejo de lo que siente, lo que le molesta, lo que le duele. De ahí en adelante lo demás tendrá que aprenderlo. Y lo primero, lo más importante, porque eso lo convertirá en un ser humano, será aprender un idioma. Es decir, aprenderá a entender lo que hablan quienes están a su derredor. Aprenderá a imitarlos; a modular su voz de manera que ellos puedan saber lo que necesita, lo que quiere decirles.

Los seres humanos tenemos una predisposición biológica, innata, a adquirir una lengua. Eso nadie tiene que enseñárnoslo. Cada niña, cada niño hablarán lo que hablen quienes los rodean. Y necesitan aprovecharla pronto.

Cuando un cachorro de humanos tiene la desgracia de crecer aislado, sin la compañía de individuos de su especie que sepan hablar, terminará por sufrir daños irreversibles en la maduración de su cerebro. La literatura me interesa, pero más que eso me interesa la educación.

B – Hermanas

Un parquecito frente a la Iglesia. Domingo a medio día: algodones de azúcar, esquites, jícamas, obleas, alegrías… mota. Árboles enormes. Vecinos y gente de otros barrios. Cuatro o cinco o más puestos en el suelo: audífonos, carcasas para celulares, cucharas de madera, loza. Parejas, familias, gente que no se conoce… un dúo canta boleros. Entran los que van pagando; diez, doce… Ya que son quince se apaga la luz y se hace el silencio. Luego sigue una claridad apenitas, que empieza a crecer hasta que se vuelve descarada. Hay un animal, un bulto, algo, alguien en esa carretilla. Deforme, sucio, mutilado, apesta.

La voz es firme, de muchacha emprendedora:

“Este cuerpo, damitas, caballeros, golpeado, amputado, arrastrado… es el de mi hermanita. Un dizque novio que tenía… No, no, no se sabe; a él nadie lo ha encontrado… y además. eso qué más da, a quién le importa… Lo que cuenta es ella, sus huellas, su resuello, su dolor.

“Los que ya pagaron, escuchen su tragedia…”