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Esta mañana, desde antes de las ocho, más de 20 mil ciudadanos morelenses iniciarán la labor que, cada tres años, el sistema electoral les asigna por insaculación; la organización y cuidado de la elección que, en cada una de sus ediciones, es la más grande de la historia. Con un alto sentido de deber cívico, los funcionarios de casilla instalan las casillas, administran las boletas, cuidan el proceso, cuentan los votos y se aseguran de que cada sufragio ciudadano valga conforme a la ley.

Sin el protagonismo de los actores políticos, los ciudadanos funcionarios de casilla tendrían que reconocerse y ser reconocidos como los verdaderos protagonistas y héroes de cada jornada electoral. Son ellos quienes garantizan la paz de la jornada electoral y que la voluntad ciudadana se respete, desde garantizar las mejores condiciones para el voto, hasta verificar que todos se cuenten y queden asentados fielmente en las actas con que se harán los conteos finales que iniciarán tan pronto como caiga la noche.

La labor de la ciudadanía a cargo de las casillas ha sido garantía desde hace tres décadas, de que Morelos y México tengan elecciones tranquilas, que los incidentes sean menores y que la transición de poderes sea pacífica y legítima. La organización ciudadana ha logrado elevar los índices de participación, mejorar la certeza de los resultados electorales y fortalecer la perfectible pero sólida democracia mexicana.

La estrategia de algunos actores políticos dirigida a inhibir la participación electoral generando miedo de acudir a las urnas, un día antes de la jornada no parece haber sido exitosa. Son cientos de miles los morelenses que están decididos de acudir a votar para decidir su futuro y el de su comunidad bajo la misma lógica que muy bien expresó el vocal Ejecutivo del Instituto Nacional Electoral, Dagoberto Santos Trigo, “ir a votar es como ir al mercado”, representa el mismo riesgo, aunque el voto tiene un mucho mayor peso personal, comunitario y cívico que ir por el mandado.

Mientras más gente acuda a las casillas, la elección será mucho más legítima, más vigilada y sin duda más pacífica. Es en la soledad donde los perversos suelen actuar. No dejemos solos a nuestros vecinos funcionarios de casilla, acudamos todos a las urnas, vigilemos juntos la elección y asegurémonos con esa participación que el resultado de la elección represente el anhelo ciudadano.

El sexenio está por terminar, los capítulos de seis años de la historia estatal y nacional se empiezan a diluir justo el día después de la elección, cuando hay nuevas autoridades electas. Vayamos en paz a las urnas para que seamos los ciudadanos quienes escribamos, por lo menos la primera página de una nueva historia.