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El pasado triunfo electoral de José Luis Urióstegui Salgado refrendó el voto de confianza de los habitantes de la capital del estado para el presidente municipal. La política y la administración pública suelen ser polémicas desde la antigua Grecia y es imposible que todos estén contentos en una sociedad democrática, pero en el caso de Urióstegui es de destacar su reelección al ayuntamiento cuernavacense, como una de las contadas excepciones de éxito de la oposición en Morelos, ante la más contundente victoria de la izquierda mexicana en su historia a nivel local y nacional.

A pesar de que el alcalde capitalino tiene bien trazada su hoja de ruta, recibió el antiguo Hotel Papagayo como un campo minado, un ejemplo: al asumir su responsabilidad, enfrentó una deuda de más de mil millones de pesos, herencia de nefastas administraciones anteriores que impunemente endeudaron a la ciudad con la irresponsabilidad de dejar la “papa caliente” a quienes les sucedieron. Aquí Urióstegui se ha valido también de su pericia como abogado y todo apunta que para cuando concluya su encargo, Cuernavaca estará totalmente limpia de deuda pública. Urióstegui es el primer alcalde que logra la reelección en la historia de la ciudad, y manifestó que Morelos y sus municipios no pueden seguir padeciendo la falta de coordinación entre niveles y poderes de gobierno, acento particular de la administración de Cuauhtémoc Blanco, añadió que no hay tiempo para responder a quienes no entienden el servicio público ni la democracia, pues hay que trabajar, declaraciones que fueron recogidas y publicadas el día de ayer por La Jornada Morelos al cubrir el acto donde el alcalde recibió la constancia de mayoría correspondiente a su reelección.

El devenir municipal está lejos de ser sencillo. Es un nivel de gobierno muy sensible porque las presidencias municipales son la autoridad que tiene el contacto más directo e inmediato con la ciudadanía. La gente si tiene un problema de seguridad pública, transito, agua, basura, alumbrado, quejas vecinales, o la gestión de licencias y permisos entre otros, a quien acude es a la autoridad municipal. De ahí que la labor de un alcalde es tan crítica y de ahí también que debe ser asistido por el cabildo, el gabinete municipal, así como por los distintos consejos ciudadanos que lo constituyen.

Al llegar a la presidencia, José Luis Urióstegui se planteó regularizar una añeja asignatura pendiente, la de los polémicos cronistas en Cuernavaca. Como bien es sabido, por décadas Don Valentín López González quien también fue presidente municipal de 1964 a 1966, fue el afamado cronista de la ciudad. Cuando Don Valentín murió en septiembre de 2006, no fueron pocos los que levantaron la mano para sucederlo, entonces se tomó la decisión salomónica de conformar un consejo de cronistas, modelo en práctica en muchos sitios del país, pues tiene la ventaja de que varias mentes nutren más que una. Sin embargo, para fechas recientes el consejo dormía el sueño de los justos entonces, la presente administración le dio vida como uno de sus consejos ciudadanos, constituido con 16 miembros.

La actual administración está por concluir, y los próximos meses se antojan para que el alcalde lleve a cabo los reajustes y restructuras que considere previo a iniciar su segundo periodo como presidente municipal. Sin duda es una etapa de análisis profundo, un alto en el camino para evaluar lo logrado, lo pendiente, lo que ha salido bien y lo que hay que corregir. Con respecto al Consejo de Cronistas de Cuernavaca, es importante destacar que a un año y siete meses de su constitución y a escasos meses de que concluya la actual administración municipal, desafortunadamente no han podido concretar proyecto alguno o llevar a cabo una labor permanente y constante, esto a pesar de ser un grupo nutrido. Únicamente se limitan a tener una reunión mensual de la cual se desconocen los acuerdos que ahí se toman. No han trascendido en este periodo, salvo error de apreciación involuntario de mi parte, trabajos escritos, conferencias o demás actividades que suelen ser inherentes a las asociaciones de cronistas públicas o privadas a lo largo y ancho del país. Se sabe que existen dos propuestas de trabajo, la primera la publicación de un libro con una compilación de crónicas por parte de los miembros del consejo y que fue una encomienda del alcalde en diciembre de 2022 así como la colocación de placas en distintos sitios ligados al patrimonio y memoria histórica de la ciudad. De ambos proyectos se desconoce cuál sea su estatus actual y si serán concluidos en esta administración, ojalá así sea.

De cualquier modo, como una propuesta constructiva puede ser eficaz que los miembros del mencionado consejo fijen metas y fechas para la consecución de sus proyectos. Es una formula sencilla y trillada pero certera. Si por ejemplo establecen una fecha inamovible para colocar sus placas o publicar su libro, no solo habrán cumplido con su compromiso, sino será un logro para la crónica de la ciudad. Es importante destacar que el carácter honorario de los consejeros cronistas, no los exime de su responsabilidad ante la sociedad.

Al final de día, a nadie benefician las disputas o los lucimientos personales, si los consejeros cronistas hacen bien su trabajo, ganaremos todos y Cuernavaca robustecerá su identidad y memoria histórica.

*Escritor y cronista morelense.