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GRANDEZA DE ALMA DE LOS VENCEDORES

 

Muchas de las personas que me leen, han saboreado más de una vez la miel de la victoria en eventos académicos, deportivos, sociales, emocionales o económicos. La experiencia de la victoria además de ser muy gratificante tiene un fuerte impacto en nuestro comportamiento inmediato.

El vencedor desde su dimensión humana experimenta una serie de emociones y sensaciones. Entre las manifestaciones más frecuentes del vencedor están la generosidad, la humildad, el agradecimiento, emociones y actitudes que ponen de manifiesto una grandeza de alma.

Los psicólogos hablan de una serie de emociones que se manifiestan en las personas que han ganado una contienda. La primera emoción es el de una sensación de felicidad y satisfacción por la victoria que, no se puede ocultar y se refleja en sonrisas y alegría que crece hasta la euforia, estas son algunas sensaciones que acompañan a los triunfadores.

Una vez pasada la euforia, los vencedores experimentan la sensación de orgullo personal, pero también de alivio y relajamiento después de haber superado la tensión y el estrés que acompañan a las competencias de cualquier tipo como las electorales. Luego viene una sensación de satisfacción, plenitud y tranquilidad que se expresa en un sentimiento que nos humaniza, la gratitud.

En el caso de una victoria partidista se espera del vencedor un discurso de agradecimiento a los votantes y un llamado a la reconciliación sobre todo después de una campaña caracterizada por la polaridad.

El ganador en una contienda política va a gobernar para todos los ciudadanos, los que votaron a favor, los que votaron en contra y los que se abstuvieron. La actitud de un auténtico vencedor es de humildad y de concordia que convoca a la unidad. Sería un despropósito que el ganador asuma una actitud prepotente y continúe con el mismo discurso polarizado de la campaña.

Un auténtico vencedor, a decir de los psicólogos, crece en su autoestima por lo que tiene capacidad de autocrítica y de relacionarse con el vencido con una actitud de tolerancia. Sin embargo, el vencedor dada su naturaleza humana puede seguir dos tipos de actitudes y acciones.

Con la victoria los verdaderos vencedores tienen una serie de respuestas que llamaré constructivas. Este tipo de ganadores emiten mensajes de cortesía hacia los perdedores, a través de un discurso de victoria incluyente, respetuoso en el contexto de un proceso democrático. El discurso del legítimo verdadero convoca al diálogo, la corresponsabilidad y al trabajo conjunto por un bien común.

Quien obtiene la victoria es magnánimo y reconoce otras visiones del mundo diferentes a la suya pues entiende que son visiones complementarias en una sociedad compleja y plural, por lo que muestra humildad en la victoria evitando actitudes de arrogancia, descalificación o desdén hacia el perdedor.

La actitud de los ganadores no siempre es la de grandeza de alma, sobre todo cuando hay dudas de la legitimidad y limpieza del proceso. En este supuesto los ganadores no son tolerantes, magnánimos ni corteses, características de quien se sabe legitima y moralmente vencedor.

Bajo este segundo supuesto, las reacciones de los vencedores son de un triunfalismo jactancioso que descalifica, humilla al perdedor lo que incrementa la polaridad, la tensión y el resentimiento.

La forma en que un vencedor reacciona hacia el perdedor tendrá un impacto en el clima político y social posterior a la elección. Las reacciones constructivas y respetuosas tienden a fomentar la reconciliación y la cooperación, mientras que las reacciones negativas aumentan la división el conflicto, la confrontación.

Las actitudes triunfalistas y prepotentes agudizan la polaridad, el descontento y el resentimiento de los que no votaron por la opción ganadora, que en el caso de las pasadas elecciones es de un 40 por ciento del universo de los votantes de acuerdo con las cifras oficiales.

Además, los discursos triunfalistas llevan a declaraciones poco acertadas e imprudentes que como pudimos ver la semana pasada ponen en estado de crisis a los parámetros económicos del país que se manifestaron en una respuesta negativa de los mercados y la caída de nuestro peso frente al dólar, entre otras reacciones.

Espero y apuesto a que una victoria moral y legítima promueva en los vencedores respuestas constructivas que caracterizan a quien tiene grandeza de alma.