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Francisco Rodríguez Hernández

Recientemente se presentó el libro “Por una cancha pareja” de Roberto Vélez y Luis Monroy, en el marco del Seminario de Estudios sobre Desigualdades del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM (https://www.youtube.com/live/15zYlqZYXZA). Es un análisis amplio y profundo de la cuestión de la desigualdad de oportunidades en México, cuestión que determina en gran parte la polarización del ingreso y la riqueza, la pobreza y la desigualdad social en el país. Resume en la práctica la amplia producción académica sobre la desigualdad social y la función de las oportunidades en ella, así como los factores a tomar en cuenta en la reducción de las diferencias sustantivas en la calidad de vida. en México.

Los autores definen las oportunidades como aquellas situaciones donde las personas tienen la libertad efectiva de elegir algo que puede influir en el resto de su vida, por ejemplo, una ocupación, un empleo, estudiar una carrera técnica o universitaria, entre otras cosas. Esta libertad efectiva significa contar con los conocimientos necesarios para realizar adecuadamente una actividad especifica, un contexto apropiado para ello, y recursos económicos suficientes. Se trata de una libertad que no alcanza a la mayoría de la población o la tiene muy limitada.

En México, al menos la mitad de la desigualdad económica se debe a circunstancias que las personas no controlan, que son ajenas a su voluntad, y que impiden o limitan el acceso a oportunidades. Estas circunstancias son el origen socioeconómico, el ámbito territorial donde se vive, y características personales como el género, el tono de piel y la adscripción étnica.

El origen socioeconómico es una cuestión de puro azar. No escogemos la familia donde nacemos, y venir a la vida en condiciones de pobreza determina de forma muy importante las posibilidades de progreso que se pueden tener a lo largo de la vida. La pobreza limita el acceso a la educación, a la alimentación nutritiva y la salud, a la movilidad y en general a diversas oportunidades que pueden aparecer en el trascurso de la existencia.

Se ha demostrado que el género influye mucho en la posibilidad de progreso de las personas. Los roles sociales de género cargan en las mujeres los trabajos domésticos y de cuidado de los menores y adultos mayores, dejando poco tiempo y condiciones desfavorables para el desarrollo personal y el acceso a la actividad económica. Está también la preferencia por los varones en algunos tipos de trabajo y el hecho de que las mujeres reciben menos salario por el mismo trabajo que hacen los hombres. Se han demostrado también los efectos de la discriminación hacia las personas de tez obscura o pertenecientes a las etnias originarias en el acceso a empleos y oportunidades.

El ámbito territorial se refiere a las condiciones para el desarrollo de las personas que prevalecen en la región y el lugar donde habitan y hacen su vida. Si son escasas las oportunidades locales para realizar alguna actividad económica, o si las actividades disponibles no son suficientemente remunerativas, el lugar mismo constituye un obstáculo para el progreso individual, aun cuando las personas cuenten con capacidades suficientes para aprovechar las oportunidades. La migración es una alternativa, pero se conoce que normalmente emigran las personas más capaces y motivadas de cada lugar, y aún deben enfrentar, en el lugar de destino, las limitaciones que imponen la discriminación y el origen socioeconómico.

Una verdadera estrategia de desarrollo debe contemplar estos obstáculos para el progreso de la población. Es una cuestión necesaria para el mejor desarrollo del país no solo en términos económicos sino también sociales. Se necesita una economía que genere más empleos y mejores salarios para que los más desfavorecidos salgan de la pobreza. Pero para que estas personas puedan acceder a empleos dignos necesitan más y mejor educación, capacitación para el trabajo, saber hacer algo productivo, mejorar y fortalecer sus capacidades y, además, para estar en condiciones físicas para hacerlo necesitan buena nutrición y atención adecuada de su salud. Es lo que los economistas llaman capital humano.

Fortalecer y ampliar el capital humano es necesario para el desarrollo económico: no debe olvidarse que la economía de libre mercado se basa en la demanda, que depende de la capacidad de consumo de la población, y si se aumenta esa capacidad de consumo se incrementa el potencial de crecimiento y desarrollo de la economía. Además de atender la formación de capital humano, se requiere trato igualitario, ajeno a cualquier forma de discriminación, en el acceso al empleo, pero también a los servicios básicos y fundamentales para el desarrollo personal y el bienestar. De otra forma, el crecimiento de la economía por encima del crecimiento de la población lleva a mayor desigualdad.