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(primera de dos partes)

 

Hace unos días estrenó la plataforma Netflix el documental “Rafa, El Capitán”. Se narra la vida de Rafael Márquez Álvarez, jugador de futbol desde niño, y actualmente entrenador del equipo Barcelona Atletic filial del primer equipo catalán la Liga Española.

Este domingo se celebra el primer cotejo de la final en el Estadio Johan Cruyff frente a la escuadra andaluza “Córdoba, Club de Fútbol” por el ascenso a la segunda división. El domingo venidero los catalanes visitarán el estadio de “El Arcángel” y definirán quien “sube” a la antesala de una de las ligas más caras del mundo y a donde tarde o temprano llegan las máximas figuras del futbol mundial.

En estas semanas también se define el ascenso a esa primera categoría de cuatro equipos de segunda: Eibar, Espanyol con patrocinio de la Rivera Maya; Gijón del Grupo Orlegi y Real Oviedo del Grupo Pachuca, excepto el primero, los otros tres cuentan con capital mexicano.

Así las dos siguientes semanas serán de interés nacional en una de las cosas menos importantes de las más importantes o viceversa si usted quiere, como se dice del futbol. Un equipo de la liga de España será de capital mexicano y si Rafa avanza será un nuevo DT de origen mexicano que después de emular como jugador muchos de los triunfos del “Niño de Oro” de los Pumas, buscará seguir el camino exitoso del “Vasco” de la colonia Lindavista como DT.

El documental de Netflix cuenta la trayectoria desde niño de “Rafa” hasta esta nueva etapa como entrenador de la “B” del Barça. Márquez fue reclutado por el Club Atlas de Guadalajara ciudad a la que emigró el zamorano a sus 14 añitos. Fue seleccionado sólo con otro joven de entre ciento veinte aspirantes.

Nostálgico y lloroso a sólo quince días de haber llegado a la Perla Tapatía, le pide a su madre que vayan por él. Respuesta: “¿Quién decidió irse?” Yo, responde el jovencito. “A pues aguántese” y le colgó. Ya no escuchó que Rafa quería convencer a su padre de la marcha atrás. Dice él mismo en diversas entrevistas que ese fue el punto de inflexión que le obligó a disciplinarse, a aguantar la presión. Decidió jugar y acabar su secundaria y privarse de toda vida social a cambio de entrenar horas extras. Fue “talachero”-cobrar por jugar o entrenar niños en los llanos- por un tiempo y con esos centavos se pagaba sus estudios. La familia del joven estaba formada por papá Rafael, exfutbolista y trabajador del IMSS, por mamá Rosa Alicia, enfermera también del IMSS y pionera jugadora de futbol; y por su hermana Nadia, también trabajadora del Seguro Social. Modesta de condición la familia Márquez Álvarez tuvo tíos jugadores del Monterrey, del Oro y de los Tigres de Nuevo León.

Rafael formó parte de una generación apodada “los Niños Héroes” de los Zorros, las Margaritas o la Academia. No fueron campeones por un pelito. Fallaron el quinto penal ante el Toluca en la bombonera donde su DT Ricardo Lavolpe llegó a las lágrimas por la derrota. Habían hecho una gran campaña que concluyó sin corona. En diversas conversaciones con medios, cuenta el defensa que ese DT argentino era muy duro con él. Confiesa que fue ese trato parte importante de su formación de carácter gracias al bigotón Ricardo.

Todo mundo recuerda la escena en donde se le acerca un jugador del Toluca y le susurra al joven Márquez antes de tirar su penalti en esa final, “que no tiene huevos”. Rafa tira un cañonazo que Hernán Cristante portero, sólo escucha un silbido de un objeto volador no identificado. Era un balón. El jovencito tirador regresa festejando su gol y le avisa con una seña a su hostigador que sí tiene, tiene dos y son muy grandes. Algunas décadas después por fin lograron el campeonato y luego el tercer bicampeonato después de los Pumas de Hugo y el León donde jugara el propio Márquez.

Sus pasos iniciales en el TRI le brindaron la vitrina ideal para ser visto por buscadores de talento de muchos equipos. Como todo profesional del balompié su aspiración era llegar a las ligas de Europa, las de mejor calidad y las mejor pagadas. (Probablemente en muy poco tiempo la MLS y las ligas árabes superarán las cifras del viejo continente).

Visores del Mónaco que habían acudido a ver a un jugador chileno en la Copa América se encontraron con un muchachito mexicano flaco de mucho talento y gallardía. Le invitaron a jugar en el A.S. Mónaco de la liga 1 . Confiesa Rafa que desconocía dónde estaba Mónaco, incluso sospechó que era fuera de Europa cuando le dijeron que era un principado. Pero “si es Francia si voy” dijo el jovencito ya de 20 años.

Un año después era declarado el mejor defensa de la liga y meses después levantaba el trofeo de campeón francés que llevaba al equipo del Principado a la Copa Champions.

Por esos meses, enferma de gravedad su padre, entrenador y guía definitiva que le provoca un conflicto con su equipo. Le castigan el sueldo y le exigen volver de inmediato y dejar agonizante a su padre en Guadalajara. De camino al aeropuerto decide con ese carácter que muestra siempre en la cancha, que no viaja se regresa y alcanza a despedirse de don Rafael. Partió papá Márquez, y partió Rafa “Capitán” de nuevo a Mónaco. Ofertas había y logró convencer a los del A.S. Mónaco que la siguiente parada sería Barcelona. El Real Madrid estaba conformado por los famosos galácticos. Ahora el Barcelona empezaba a reclutar a la elite extranjera a la que ya pertenecía el káiser. Con él llegaron otras estrellas destacándose Ronaldinho que había declarado preferir no jugar contra Rafa. A partir de entonces conformarían al mejor Barcelona de su historia. Nada menos.

Ese equipo fue lo que se dice un trabuco. Un equipazo y contaba con la participación en una de las posiciones más delicadas del futbol que es la defensa central con un joven flaco y furioso que ganaba todos los “duelos de dos” a verdaderos atletas de piernones locos y musculosas espaldas. En los regates Rafa casi siempre salía airoso y con la bola lista para dar un pase largo y peligroso.

Fueron siete años de triunfos constantes de Márquez en el Camp Nou. Se ganó a pulso su titularidad y el respeto de sus compañeros y sus rivales. Tuvo constantemente ofertas de equipos importantes que declinó por lo bien que le iba al Barça. Por cierto vio crecer futbolísticamente -porque sigue siendo una pulga- a Leonardo Messi desde que llegó como él al primer equipo- a La Masía, escuela y casa de talentos de niños y jovencitos llamados a ser estrellas del balón. Alguna vez casi llegan a los golpes dos tipos muy serenos pero que en la cancha se transformaban como eran Rafa y Messi: cansado de tantas piruetas y regodeos de balón del argentino en un entrenamiento interescuadras el mexicano le pide que suelte la bola o dispare. Messi no hace caso a las órdenes del capitán hasta que cansado este le grita. No le gusta a Leo el tono y confronta al defensa. Pep Guardiola entrenador los separa y evita un “tirito” entre un pequeñito que será muy grande y un grandote que ya lo era. “No somos amigos pero nos respetamos como compañeros de trabajo”. Ambos se expresan de la mejor manera de su excompañero de cancha.

*Director General de Factor D Consultores

Pie de foto:

Rafa Márquez, “el Kaiser”