loader image

Sin temor a exagerar, el mayor reto que enfrenta la próxima gobernadora del estado, es sin duda alguna el de la seguridad pública, así como restituir la paz social en Morelos. Como ya se ha mencionado en este espacio, Morelos ha sido un estado tradicionalmente convulso en lo político y en lo social, pero jamás se imaginó un resquebrajamiento del tejido social y una violencia como la que ahora campea a lo largo y ancho de nuestra geografía, llegando incluso al extremo de tener zonas o municipios donde literalmente gobierna la delincuencia. Es importante destacar que ninguna iniciativa en el orden del desarrollo económico, social o inversión de cualquier naturaleza podrá prosperar si no existen las mínimas condiciones de seguridad, gobernabilidad y estado de Derecho.

Devolver a los morelenses la paz y la certeza en sus personas, familias y bienes, es una grave asignatura que rebasa el campo de las disputas políticas y las preferencias por partido o candidato alguno. Marco Adame fracasó al designar en seguridad pública a Luis Ángel Cabeza de Vaca, quien terminó detenido y en prisión señalado de por brindar protección a la delincuencia. Graco Ramírez a su vez no pudo enderezar el barco al nombrar al mediático Alberto Capella quien fue un ave de paso rodeado de una “legión extranjera” que no mostró compromiso alguno por enfrentar el mayor problema en Morelos. La actual administración se decantó por el Almirante en situación de retiro José Antonio Ortiz Guarneros, aquí los morelenses mordimos el anzuelo y nos confiamos en que el prestigio de la Armada de México sería suficiente para retornarnos la seguridad pública, desafortunadamente en esta administración, el estado de Morelos ha sido protagonista de las jornadas más violentas desde la cruenta Revolución del sur entre 1911 y 1919. El ámbito municipal tampoco ha sido la excepción, y en la generalidad las policías municipales no han dado el ancho en cuanto a prevenir y combatir la inseguridad pública. En suma, tenemos alrededor de 20 años sin contar con un titular de seguridad pública, llámese secretario o comisionado que haya estado a la altura de las circunstancias y del enorme reto que conlleva brindar paz y certeza a los morelenses.

Es del dominio público que a pesar de ser la seguridad pública la más importante prioridad a nivel estatal, no en vano no hay familia morelense que no haya conocido o sido víctima de un delito, y de los grandes presupuestos en la materia, la mayoría de las cámaras de seguridad no funcionan, el alumbrado público es deficiente a lo largo y ancho de nuestros pueblos y ciudades, no hay policías suficientes, muchos están comisionados como escoltas de funcionarios, están mal pagados, los vehículos se encuentran en malas condiciones y no quisiera aventurarme a explorar el estado del armamento y la dotación de municiones para cada efectivo.

A lo anterior hay que añadir que ser policía ya no es una opción laboral atractiva o que entrañe un compromiso con la sociedad, a menos que la charola sea un instrumento para la impunidad y para delinquir, la moral es nula y los policías prefieren guardarse a enfrentarse a los delincuentes. Hace no mucho un empresario de la región sur de Morelos, me compartió que en cierta ocasión saludó a los tripulantes de una patrulla que realizaban un rondín, entre ellos iba una muchacha muy joven, armada con un fusil de asalto. El empresario al despedirse les dijo: “por favor muchachos, ¡cuídense!” entonces la joven policía con una sonrisa franca repuso:” No se mortifique Jefe, ¡siempre llegamos tarde!”

Se cuenta con un C5 que al parecer es una maravilla en cuanto a tecnología y medios para prevenir y combatir el crimen, sin embargo, los delitos de ambos fueros van en aumento. A pesar de ser medios indispensables, la delincuencia no solo se combate con tecnología, recursos materiales y armamento, sino en primerísimo orden con trabajos de investigación e inteligencia, que lleven a las fuerzas del orden a realizar operaciones quirúrgicas y a golpear al crimen en los puntos más sensibles como lo pueden ser sus finanzas, en Morelos, eso no se hace.

Hace poco, la gobernadora electa, al ser consultada al respecto, manifestó que en cuanto a la designación del futuro titular de seguridad pública estatal, la elección se haría en consenso con la federación, lo anterior es sensato en virtud de que una decisión de esta gravedad y naturaleza no se puede dejar solo al ámbito estatal, hay que tomar en consideración que será obligado el apoyo y coordinación con la Guardia Nacional bajo mando de SEDENA, el mando castrense a su vez garantiza en los guardias nacionales la disciplina y condiciones operativas con que no cuentan los policías estatales y municipales. Nos va a tomar mucho tiempo poder formar policías que cumplan con la capacidad y valores que distinguen a los soldados.

Los relevos de gobierno siempre brindan la esperanza de un cambio y de corregir asignaturas pendientes, ojalá en el caso de Morelos sea está la anhelada oportunidad para poder remontar el reto que entraña restaurar la paz y la seguridad de los morelenses.

*Escritor y cronista morelense.