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Janick Altaira Cervantes Chávez*

Dentro de la educación, la lectura es una de las competencias fundamentales, sin embargo, pese a su importancia a lo largo del tiempo se ha tenido que enfrentar a crisis, como el apogeo de los mass medias principalmente la televisión, la cual ha relegado a la lectura por ser considerada una actividad menos atractiva, sumado a ello los sistemas educativos imperantes en nuestro país no han podido guiar la práctica de la lectura de la manera más eficiente; un ejemplo es la falta de prioridad y el poco tiempo que se le dedica dentro de las actividades escolares.

Aun en un panorama tan poco alentador, no todo estaba perdido. Al ser una práctica tan fundamental y ligada a la comunicación, la lectura evolucionó y se adaptó aprovechando uno de los elementos presentes en su proceso de aprendizaje: la imagen.

Por la televisión, que en esencia es imagen, la lectura se enfrentó a una pérdida de seguidores. Cuando a temprana edad se aprende a leer, las imágenes son un elemento vital para la identificación y la comprensión de los textos. Los primeros acercamientos a la lectura por parte de los infantes se dan a través de los libros, donde las ilustraciones predominan no solo como elementos decorativos sino como parte fundamental de la narración. Adicionalmente la ilustración es un motor que estimula la imaginación, la cual permite la creación de realidades fuera del encuadre del libro. La suma de estas características genera una experiencia de entretenimiento a partir de la lectura y el desarrollo de criterios propios.

¿Existe una enemistad entre el texto y la imagen? En esencia no, sin embargo, cuando el proceso de lectura se va complejizando, erróneamente se piensa que, a menor cantidad de imágenes, mayor seriedad adquiere el texto. Por lo tanto, cuando los procesos de lectura se completan, también se retiran las imágenes y como consecuencia los jóvenes lectores suelen preferir elementos de entretenimiento que no resulten monótonos a primera vista, teniendo como primera opción y de fácil acceso: la televisión.

Mientras que frente a la televisión la lectura parecía estar perdiendo seguidores, un giro inesperado de los acontecimientos terminó beneficiándola: ¡bienvenidos a la era digital!

Gracias a los medios digitales como el internet y actualmente las redes sociales, surgieron nuevas formas de experimentar la lectura y fue necesario replantearse el cómo se contabilizaban los tiempos de lectura, ya no era suficiente recopilar la cantidad de libros o materiales impresos que se leían. Actualmente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) toma en cuenta el tiempo dedicado a la lectura online, además de cómics y tiempos en redes sociales, blogs, etc.

Uno de los primeros beneficios que trajo consigo la era digital fue la accesibilidad casi instantánea a todo tipo de material editorial. Lo que antes significaba ir a una de las pocas librerías, que se encontraban lejos de la vivienda de la mayoría, o incluso esperar largos meses para obtener un libro o revista, actualmente solo basta con una conexión a internet para tener en menos de un minuto toda una biblioteca disponible. Esto derivó en nuevas formas de portabilidad, que ya no implicaban el cargar con gruesos volúmenes de algún título. Gracias a los archivos PDF o los e-books es posible llevar tantos títulos como la memoria del celular o la tablet lo permitan.

Esto a su vez suscitó el debate sobre si los libros impresos terminarían desapareciendo frente a las ventajas que representaban los libros y materiales digitales. Sin embargo, son los mismos lectores los que han dado fin a este aparente conflicto, ya que la experiencia sensorial de los libros impresos dista mucho de la experiencia que se puede obtener de las lecturas digitales. Si bien lo digital cuenta con ventajas como la accesibilidad, la facilidad de leer en cualquier espacio y los bajos costos, los libros físicos representan toda una experiencia para los sentidos, las pantallas no compite con lo bien que huelen las páginas de un libro al hojearlo, la simple acción no es posible dentro de lo digital. Estas diferencias en experiencia permiten visibilizar la existencia de propósitos según los formatos; mientras que los libros digitales resultan más cómodos para fines académicos, los libros físicos en sus diferentes presentaciones se antojan para disfrutarse con una buena taza de café. Este tipo de contrastes resaltan el carácter de entretenimiento de la lectura que, por momentos parece perdido.

Al señalar las diferencias que existen entre una experiencia y otra no se pretende señalar a un vencedor, sin embargo, se puede observar cómo la lectura se ha abierto camino a través de los diferentes escenarios y formatos. Ha encontrado a través de los lectores, los recursos para mantenerse vigente no solo desde el ámbito académico sino como una actividad de entretenimiento que no tiene límite de edad, ni de formatos, en este sentido la mayor de las preocupaciones seria decir que se desea leer entre tantas opciones disponibles.

*Pasante de la Maestría en Imagen, Arte, Cultura y Sociedad de la Facultad de Diseño de la UAEM

Ilustración cortesía de la autora