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(Segunda parte)

 

Las revisiones de Alarcón y Durand son breves notas sobre periodos historiados, ahora aun poco de inflexión analítica. La política de inmigración estadounidense realiza cambios de los patrones y perfiles migratorios de los mexicanos en los seis periodos mencionados de Alarcón.

En general la «máquina de deportación» estadounidense contiene mecanismos que producen un cambio y un perfilamiento de mano de obra seleccionada para la realización de ciertos trabajos. «Las políticas públicas impulsaron el auge de la detención de inmigrantes y el crecimiento de la burocracia policial, contribuyendo a que el sistema fuera más rentable que nunca» (Goodman, 2020, p. 191). Además, “A lo largo de los más de 140 años, independientemente de qué partido haya estado en la Casa Blanca o controlado la Conferencia, los funcionarios de inmigración han dependido de una combinación de fuerza y coerción para mutilar las deportaciones y minimizar los costos, todo con la esperanza de reforzar la legitimidad de la agencia. y reafirmar la soberanía de los Estados Unidos» (Goodman, 2020, p. 191).

Los mexicanos han jugado un papel fundamental no sólo de la migración entre México y Estados Unidos, sino que ha aportado mano de obra y «entreno» a un sistema que busca deportar, seleccionar y precarizar trabajo. «Las consecuencias de cien años de política de inmigración estadounidense han traído consigo la integración de 11.7 millones de mexicanos con diferentes estatus migratorios viviendo bajo el mismo techo» (Alarcón, 2011, p. 32).

En particular, durante la primera fase que menciona Alarcón, de 1882 a 1920 produce el cierre a la inmigración china y de alguna forma preferencia la mano de obra mexicana. De 1920 a 1942 se va a producir otro rechazo premeditado que es el de la migración italiana, griega y polaca, lo que va a incentivar la llegada de mano de obra mexicana gracias a los granjeros californianos (Alarcón Acosta, 2022). En la tercera etapa converge con una contradicción que es la deportación de «espaldas mojadas» y su «secamiento» a través del programa Dry-Out (Alarcón, 2001, p. 14), con este mecanismo se legalizan 142, 200 documentados (Alarcón, 2001, p. 14), estas estrategias van a incentivar la migración y van a ser un éxito para atraer mano de obra, un fracaso en tanto que los migrantes no volvieron a México. En la cuarta etapa entre 1965-1986, la política inmigratoria comienza a revocar las concesiones migratorias a los mexicanos, además hay un reforzamiento de la frontera a través de diversos mecanismos, una de las consecuencias de este periodo fue «la disminución de la participación de los europeos, paralelo a la inmigración masiva de asiáticos y latinoamericanos entre los que predominan los mexicanos (Alarcón, 2011, p. 20). En la quinta etapa, del IRCA de 1986 a 1993 habrá una amnistía para trabajadores, lo que incrementara la cantidad de migrantes legales mexicanos admitidos a Estados Unidos y también hay «sanciones contra los patrones que a sabiendas emplearan a trabajadores indocumentados» (Alarcón, 2011, p. 20).

Finalmente, de 1993 a 2005 aunque ya había un incremento de medidas de seguridad de las fronteras, después del 2001 las medidas de seguridad se incrementaron, a pesar de ello, «Los mexicanos recibieron la proporción más alta de visas de inmigrantes (14%), de las cuales la mayoría fue por razones de reunificación familiar» (Alarcón, 20011, p. 26).

La política de inmigración de Estados Unidos se ha actualizado de manera constante y pretende dejar un espacio de selección temporalizado. Ahora bien, de este recuento doble se puede llegar a diversas conclusiones: en primera instancia, las fronteras de los países de inmigración no son totalmente herméticas, permiten el paso seleccionado de migrantes.

Si al sistema económico le hace falta migrantes para ser utilizados como mano de obra precarizada: el sistema brinda esa “porosidad” para permitir el paso de algunos perfiles. En segundo lugar, la migración mexicana ha cambiado sus patrones de estancia en Estados Unidos, en un primer momento los migrantes planteaban el retorno, ahora la migración temporal o circular casi no tiene cabida, hacen falta estudios que expliquen este cambio. En tercer lugar, la migración mexicana se ve “beneficiada” frente a otro tipo de migraciones como la centroamericana o la transcontinental.

El gobierno estadounidense prefiere perfiles mexicanos que asiáticos y eso puede notarse desde el establecimiento de la ley de exclusión china de 1882. En cuarto lugar, los procesos de historización recientes puede que requieran ajustes, dependiendo también del enfoque y asunto que se quiera estudiar, frente a cambios relevantes como la caída de las torres gemelas, incremento de deportación de infancias y adolescencias, deportaciones y separaciones familiares, la llegada de Donald Trump al poder, la pandemia de Covid-19, la existencia histórica de título 8, título 42, incremento de las demandas de solicitud de asilo, la llegada de migrantes transcontinentales desde el sur del continente, las caravanas, el ingreso del gobierno mexicano al sistema de deportación estadounidense. Entre otros puntos clave que ayudan como apuntes para poder medirle el tiempo a la historia desde un horizonte próximo, lo adecuado sería hacer historia del tiempo presente de la política de inmigración de Estados Unidos hacia la migración mexicana.

*Momoxca, internacionalista, escritor y migrantólogo.