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Las revueltas de la barranca

(Cuarta parte)

 

Hay un poema muy bello de la tradición náhuatl de la Huasteca de Hidalgo cuyo título puede traducirse como “Cuando muere una lengua”. En la versión de Miguel León Portilla dice:

Cuando muere una lengua, las cosas divinas, estrellas, sol y luna; las cosas humanas, pensar y sentir, no se reflejan ya en ese espejo. / Cuando muere una lengua todo lo que hay en el mundo, mares y ríos, animales y plantas, ni se piensan, ni pronuncian con atisbos y sonidos que no existen ya. / Entonces se cierra a todos los pueblos del mundo, una ventana, una puerta. Un asomarse de modo distinto […] Cuando muere una lengua, sus palabras de amor, entonación de dolor y querencia, tal vez viejos cantos, relatos, discursos, plegarias, nadie cual fueron alcanzarán a repetir./ Cuando muere una lengua, ya muchas han muerto y muchas pueden morir. / Espejos para siempre quebrados, sombra de voces para siempre acalladas:/la humanidad se empobrece.

En 6 Conejo, el disco más reciente de Ampersan, se incluye una musicalización de este poema, con la colaboración de Rubén Albarrán. La canción inicia con la voz de León Portilla recitando el poema en su lengua original. Ampersan es un proyecto musical de Zindu Cano y Kevin García que fusiona la música contemporánea, en particular, elementos de música electrónica, sintetizadores, con melodías tradicionales y lírica popular. Este disco en particular trae la impronta del lamento y la rememoración. Yo pienso en ellos como palabreros de la muerte, en los términos planteados por Donna Haraway, cuya tarea es sentipensar y traer a la vida historias, cosas, seres de la tierra que han desaparecido o que están en riesgo de desaparecer. Los palabrerxs de la muerte enuncian precisamente lo que pasa cuando algo desaparece del mundo, como el poema náhuatl. Dice Haraway:

Los palabreros de la muerte son maestrxs en las prácticas del recuerdo y el luto, las cuales convocaban a las diversas criaturas extintas, tanto humanas como no humanas, a seguir participando en el trabajo incansable de cortar las cadenas de la doble muerte —cadenas que, en tiempos del Plantatioceno, el Antropoceno y el Capitaloceno, estrangularon a un gran número de formas de vivir y de morir—.

En ese sentido, también son palabrerxs de la muerte Juan Pablo Villa y Leika Mochán y su proyecto Coro Acardenchado que recupera la tradición del canto cardenche que en sí misma ya es una lamentación. Y también Arturo López Pío, colaborador de Villa y Ampersan, célebre por su trabajo en CineAMano, que como arqueólogo de la tecnología, trae de la obsolescencia a los viejos proyectores de diapositivas, para pintar sobre la luz y cantar con sus pinceladas a un mundo pronto a desvanecerse.

El canto trae a la vida de la muerte lo que se evoca. Cantar a algo que se ha perdido o que está en vías de desaparecer, deja una impronta sobre los vínculos que se rompen. Ese luto habla, como dice el poema, de esos modos de asomarse distinto “a las cosas divinas y humanas, a cuanto es ser y vida en la tierra”. A lo largo y ancho de la tierra hay palabrerxs de la muerte, figuras también con el riesgo de extinguirse. Todo vive bajo la amenaza de la desaparición y desde Las revueltas de la barranca, entonamos otras canciones y poemas sobre y para aquellxs que insisten en recordar y desafiar con la voz y el cuerpo las prácticas de explotación, devastación y olvido.