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Un artículo científico publicado el pasado 12 de junio en la revista Nature atrajo mucha atención pública al abordar el controversial tema del sacrificio humano en tiempos prehispánicos. Investigadores mexicanos y de otros países determinaron la secuencia genómica del ADN antiguo de restos humanos encontrados en un santuario maya en Chichén-Itzá. La antigüedad de los restos se remonta a la última fase del período clásico maya, alrededor del año 800 al 1200. Este sitio ritual, usado también para almacenar agua y conocido como chultún o cisterna, es parte de una caverna descubierta en 1967, a unos trescientos metros del cenote sagrado. En este lugar se encontró un número importante de restos de niños, cuyo origen y posible papel en los rituales mayas se desconocen.

El estudio encabezado por Rodrigo Barquera de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), junto con investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de otras instituciones internacionales, encontró que el ADN antiguo de los 64 restos humanos analizados perteneció a niños de 3 a 6 años de edad emparentados entre sí. Es decir, eran hermanos, primos y algunos gemelos. La homogeneidad del estado nutricional y la ausencia de señales de violencia en los restos sugiere que los infantes fueron preparados expresamente para un ritual específico, tal vez en honor a los personajes gemelos Hunapu y Xbalanque, descritos como héroes en el Popol Vuh.

En la mitología maya, los gemelos Hunapu y Xbalanque descendieron al inframundo para vengar a su padre. Con astucia, logran superar todos los obstáculos que les ponen los señores de Xibalbá para finalmente enfrentarlos en el juego de pelota, de vida o muerte. Aunque ganan el juego, no logran someter a los señores de Xibalbá hasta que fingen estar muertos y resucitar. Engañados, los señores de Xibalbá mueren, pero ya no resucitan. Hunapu y Xbalanque resultan victoriosos, convirtiéndose en el sol y la luna.

El estudio genómico de los restos humanos del chultún muestra la continuidad del legado genético maya a través del tiempo. La comunidad maya de Tixcacaltuyub, actualmente con una población de 2,100 habitantes, conoce ahora el nexo genético que tienen con sus antepasados. En su herencia están marcadas la historia de la conquista española de estas tierras y el mestizaje, así como la huella de algunas enfermedades que los extranjeros trajeron consigo. Muestras de ello se encuentran en la composición mixta de los genomas modernos y la presencia de genes probablemente seleccionados en respuesta a las devastadoras epidemias del siglo XVI, llamadas «cocoliztli» en su conjunto por ser enfermedades desconocidas entonces como la viruela, el sarampión y la tifoidea. Recientemente se ha asociado la epidemia “cocoliztli” de 1545 a la bacteria Salmonella enterica a través de su identificación genómica en los restos óseo-dentales de individuos fallecidos en esa época. Los descendientes de los mayas de esa época tienen inmunidad contra esa bacteria patógena.

El sacrificio humano se ha descrito en distintas culturas antiguas alrededor del mundo, pero en ningún lugar alcanzó el significado y el grado superlativo como el que practicaron las grandes culturas mesoamericanas. Asociado a la guerra, al bienestar de la comunidad y a una cosmogonía diversa, el sacrificio humano también tuvo una finalidad política. El historiador y antropólogo Don Miguel León Portilla da cuenta en sus numerosos textos del horror e inmediata condena que suscita en el mundo moderno el “salvaje” rito de los sacrificios humanos practicados por los pueblos mesoamericanos de la antigüedad. Pero, antes de reprobar ritos y costumbres de culturas ajenas a las ideas que hoy tenemos del mundo, más valdría comprenderlos en su contexto –decía sabiamente Don Miguel León Portilla. Para ello, las modernas técnicas de genética molecular son un complemento extraordinario para comprender nuestro pasado, ya que la historia también se escribe en los genes.

Referencia: Barquera, R., et al., 2024. Ancient genomes reveal insights into ritual life at Chichén Itzá. Naturehttps://doi.org/10.1038/s41586-024-07509-7

vgonzal@live.com

Arqueólogo Guillermo de Anda, Foto: Melisa French / https://literaturaymundomaya