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El impostergable viraje de la política ambiental de México

(Primera de dos partes)

Para cualquier persona medianamente informada en la cuestión ambiental es evidente que el clima de la tierra está cambiando… y de manera cada vez más acelerada.

A lo largo y ancho del planeta, los huracanes son cada vez más devastadores, las sequías más prolongadas, las ondas de calor más insoportables, los incendios forestales más intensos y las inundaciones más insidiosas. Tal y como indicó el Panel Intergubernamental sobre Cambio climático en su Sexto Informe (2021), los polos pierden extensión y volumen y liberan cantidades crecientes del metano que antes estaba resguardado en el pergelisol. Los glaciares también se derriten y ello reduce el caudal de los ríos que de ellos se nutrían. Cuando ya no existan los glaciares los ríos sólo serán “de temporal”, es decir, llevarán agua sólo cuando ocurran tormentas. La desestabilización de la criosfera también ocasionará, en las décadas que vienen, que el nivel del mar se incremente en las regiones costeras, aquellas donde vive la mayoría de la humanidad. Y los otrora prístinos océanos no serán ajenos a la devastación. No sólo son contaminados por nuestros polímeros –lo cual se evidencia en las cada vez más extensas “islas del plástico”— sino que la corriente termohalina, esa que circunda los mares llevando calor y nutrientes del ecuador hacia los polos también será ralentizada por la desestabilización de la criosfera, amenazando con ocasionar un descenso grave de la temperatura de buena parte de Europa y con convertir a las selvas del Amazonas, Indonesia y el Congo en vastos y ominosos desiertos.

El Calentamiento Global Antropogénico es ya una realidad inobjetable, un terrible flagelo que amenaza el bienestar de la humanidad presente y futura. No es, de ninguna manera, eso que indicaba Donald Trump en el 2012: “un engaño chino para dañar a las manufacturas estadonunidenses”.

Las diversas Cumbres de las partes (COPs), organizadas anualmente por las Naciones Unidas, han logrado que la enorme mayoría de las naciones se comprometan a evitar que la temperatura media del mar nunca rebase el límite del 1.5 grado centígrado respecto a épocas preindustriales. Al signar los acuerdos de Paris (2015) y Dubai (2023), nuestra nación también se sumó a ello.

Tal compromiso implica, como lo expresó claramente el Club de Roma (Earth for All, 2022), que la humanidad reduzca a la mitad sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero en el 2030 y que anule todos los provenientes la quema de combustibles fósiles en el 2050. De otra manera será imposible que sean evitados los peores efectos del Calentamiento Global Antropogénico.

Por todo lo anterior es evidente que el sexenio 2024-2030 será clave, no sólo para los mexicanos sino para la humanidad toda.

Es por ello que no podemos estar más de acuerdo con lo anunciado el jueves 20 de junio pasado por la próxima Secretario de Medio Ambiente de México, la Dra. Alicia Bárcena, quién sostuvo que en México debemos “movernos del extractivismo a la sustentabilidad, de la cultura de los privilegios a la igualdad” (La Jornada, 21 de junio 2024, p.9).

Tal declaración, sin embargo, se opone radicalmente a la política ambiental de AMLO, el cual no sólo devastó la selva y los acuíferos de la península de Yucatán con su Tren maya sino que puso como elemento central de su política seguir apostando a la extracción de combustibles fósiles y entregó cantidades crecientes del erario al rescate de PEMEX y a la adquisición y construcción de refinerías de petróleo.

Cambiar el extractivismo por la sustentabilidad implica encaminar a la nación en la dirección de las energías renovables, en formas nuevas de producir energía (ya no con plantas generadoras de electricidad mediante gas, petróleo o carbón sino con energía solar, eólica, maremotriz o hidrógeno verde), en nuevas maneras de transportarnos en las ciudades y fuera de ellas (ya no mediante la quema de gasolina o diesel sino mediante transporte público eléctrico, bicicletas metabólicas y eléctricas y biohíbridos –esos vehículos de cuatro ruedas donde el pedaleo es asistido por un motor eléctrico). Todo ello implicará dar un giro de 180 grados respecto a la política ambiental de AMLO, lo cual es muy loable.

(Continuará).

Una persona sonriendo

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Alicia Bárcena / Imagen cortesía del autor