loader image

Diagnóstico: Obesidad

En 1998 la Organización Mundial de la Salud (OMS) había identificado un comportamiento, hasta ese momento, fuera de lo común dentro de la salud poblacional denominado “Obesidad”, sin embargo, fue hasta el año 2008 cuando The Obesity Society (TOS), publicó un documento de posición en la que definía a la obesidad como una enfermedad, como respuesta en el año 2012 la Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos y el Colegio Americano de Endocrinología (AACE/ACE) corroboraban lo anterior debido a que dicha enfermedad cumplía los tres requisitos establecidos por la Asociación Americana de Medicina (AMA): alteración de la fisiología, tener síntomas y el aumento de decesos.

Finalmente, en el año 2013 se reconoce oficialmente la obesidad como una enfermedad lo que genero una ola de respuestas de las instituciones epidemiológicas y del cuidado de la salud internacionales que apoyaban lo sustentado desde 1998 por lo que se volvió necesario establecer un concepto de reconcomiendo mundial: “La obesidad es una enfermedad crónica, caracterizada por el aumento de la grasa corporal, asociada a un mayor riesgo para la salud.” Como consecuencia se categorizo como una enfermedad crónica no transmisible, dicho en otras palabras, se trata de una enfermedad que no se contagia por ninguna fuente biológica (sangre, saliva u otros fluidos corporales) si no que se desarrolla como consecuencia del deterioro del funcionamiento interno del cuerpo asociado a un estilo de vida sedentario.

La explicación que las anteriores organizaciones mundiales se reduce a la adquisición de un estilo de vida sedentario consecuencia de la evolución tecnológica que pretende facilitar a los individuos la actividad cotidiana, esto ha causado que el 65% de la población mundial haya generado sobrepeso u obesidad. Además de la vida fácil que nos ofrece la tecnología, se agrega una tendencia -según lo explica la OMS- de comer más de lo que nuestro cuerpo necesita diariamente junto con una preferencia notable por alimentos enriquecidos en grasa, sal y azúcar, sumado a un tremendo desprecio por la actividad física; todo esto nos encamina al desarrollo de obesidad que desencadena en una serie de enfermedades como las ya famosas diabetes e hipertensión.

Diversos países (en el que se incluye México) han desarrollado políticas públicas enfocadas a la disminución de sus estadísticas de obesidad, pero al parecer las cifras se han duplicado de una manera considerable y un tanto espantosa, incluso a pesar de la creación de ciclovías, fascinación por gimnasios cada vez más lujosos y del surgimiento de alimentos saludables con costos muchas veces bastante incrementados.

Como respuesta, en la actualidad tenemos un nuevo estatus social: los “fitness” aquellos individuos que invierten cantidades infinitas de dinero a su alimentación y cuidado de la salud, pero también en el lado opuesto tenemos aquellos que decidieron por voluntad propia ser obesos.

Este último grupo social se enfrenta a una atención médica violenta que abarca desde el servicio público hasta el privado donde – como respuesta desesperada- orillan a los individuos a consumir incluso fármacos para acelerar la pérdida de peso porque claramente es la clave para declararse saludable, les restamos calorías a una cifra calculada para la supervivencia del organismo, se vuelve obligatorio hacer ejercicio y se prohíben alimentos que pertenecen a la dieta mexicana desde hace muchos años (tortilla, pan y todos los platos culinarios mexicanos) los cuales se sustituyen por aquellos etiquetados como orgánicos, veganos y sin gluten porque, aunque no sepamos el significado real de cada uno, suenan bastante saludables.

Se advierte en cada aumento de peso las posibilidades de sufrir diabetes, hipertensión o alguna otra enfermedad aumentan por lo que es mejor dejar de comer lo más posible ¿A quién le importa la calidad muscular u ósea? Lo primordial es que tu índice de masa corporal (aquel diseñado para poblaciones europeas) este menos de 30kg/m² cueste lo que cueste.

La contradicción se avecina, si el ser diagnosticado con obesidad te destina a sufrir otra enfermedad incurable, entonces ¿es un factor de riesgo o una enfermedad reversible? Si el tratamiento solo se reduce a la disminución de peso a costa de lo que sea ¿Por qué las estadísticas mundiales no han mejorado?

Estamos frente a la nueva revolución de la medicina la cual detonara con la rendición del pensamiento imponente de las ciencias de la salud, un quebranto que se vislumbra cada vez más cerca; hasta que no se comprenda que las características sociales, económicas y políticas también influyen en la aclamada enfermedad, no existirá campaña que revierta el daño causado por el demonio de la grasa, seguiremos colocando como diagnóstico en cada expediente médico: obesidad.

Imagen que contiene alimentos, dibujo

Descripción generada automáticamente

*Psico-nutrióloga