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Miguel Ángel de Quevedo en Morelos

 

Miguel Ángel de Quevedo Zubieta, conocido como el «Apóstol del Árbol,» fue una figura fundamental en la conservación y mejora ambiental de México, pero de manera importante de la ciudad de Cuernavaca. Su enfoque visionario de la ecología y su dedicación a la reforestación y protección de áreas naturales, transformaron significativamente el paisaje de la región. A través de sus esfuerzos, Quevedo dejó un legado perdurable que aún hoy es evidente en los espacios verdes y parques de la capital morelense.

Desde sus inicios como presidente de la Sociedad Forestal Mexicana, Quevedo se dedicó a promover políticas ambientales y a restituir ambientalmente diversas áreas del país. En Morelos, su influencia fue particularmente tangible. Una de sus primeras iniciativas fue la reforestación de áreas devastadas por el paso de la Revolución Mexicana. Colaborando con los gobernadores estatales y con el gobierno de Lázaro Cárdenas, Quevedo implementó programas de reforestación que ayudaron a revertir los daños ambientales y a restaurar la belleza natural de la región.

Quevedo centró su atención en la protección de la Barranca de Chapultepec en Cuernavaca, un área de gran importancia ecológica y paisajística. Reconoció el valor de este espacio natural y trabajó arduamente para asegurar su preservación. En su correspondencia con las autoridades locales, destacaba la necesidad de proteger la barranca debido a sus aguas brotantes, cascadas, acantilados y vegetación selvática. Argumentaba que la conservación de esta área no solo mejoraría las condiciones climáticas, sino que también serviría como un atractivo turístico y un sitio de recreo para los residentes.

La propuesta de Quevedo incluía la creación de senderos peatonales y la mejora de los parajes de belleza paisajística. Abogó por la implementación de medidas legales y administrativas que garantizaran la protección de las barrancas, evitando que se destinaran a otros fines que no fueran los de un paseo público. Su visión era que la Barranca de Chapultepec se convirtiera en un espacio protegido, accesible y disfrutado por todos, manteniendo sus características naturales intactas.

Por otra parte, Quevedo promovió la creación de un vivero de propagación de árboles en Cuernavaca, con el objetivo de apoyar la reforestación de la carretera México-Acapulco. Este proyecto no solo buscaba producir plantas de clima templado para la reforestación, sino también establecer un parque recreativo para los habitantes y turistas. La ubicación estratégica del vivero en el extremo sur de la ciudad, en la carretera México-Acapulco, evitaría los inconvenientes de transportación desde la Ciudad de México y facilitaría la propagación de especies locales.

El diseño del vivero contemplaba perspectivas naturales, tránsito peatonal y una explanada central para juegos infantiles y recreativos. También se aprovechaban los terrenos del antiguo panteón y la alameda, cedidos anteriormente a la Comisión Nacional de Caminos, para ampliar el área del vivero. Quevedo propuso que este espacio no solo funcionara como un vivero de árboles, sino que también sirviera como un parque para el disfrute de la comunidad, enriqueciendo con ello el entorno urbano de Cuernavaca.

Quevedo también se preocupó por la devastación forestal en la región suriana, que abarcaba Morelos y Guerrero, que ya era alarmante en su momento, abogando por una reforestación urgente para mitigar los efectos negativos y mejorar la imagen de la región ante los turistas. Destacaba la importancia de la reforestación en la carretera nacional México-Cuernavaca, una vía central para el turismo, y promovió un esfuerzo colosal de restauración forestal en las serranías afectadas.

La labor de Quevedo en Morelos no se limitó a la implementación de proyectos de reforestación. También impulsó la educación ambiental y la formación de profesionales en el campo de la arboricultura. Su visión incluyó la propuesta de creación de una Escuela Forestal en Cuernavaca, donde los estudiantes pudieran realizar prácticas de arboricultura y contribuir al cuidado y mantenimiento de los espacios verdes de la ciudad. Esta iniciativa fortalecería la capacidad local para la gestión y conservación de los recursos naturales.

La influencia de Miguel Ángel de Quevedo en Morelos es un testimonio de su compromiso con la ecología y la sostenibilidad. Sus esfuerzos en la reforestación, la protección de áreas naturales y la educación ambiental han dejado una huella imborrable en la región. Gracias a su dedicación, Cuernavaca pudo revalorar la riqueza ambiental para ofrecer a sus habitantes y visitantes espacios verdes de gran belleza y valor ecológico. La labor de Quevedo es un ejemplo inspirador de cómo la visión y el trabajo comprometido pueden transformar y preservar el entorno natural para las futuras generaciones.

Más información y descarga gratuita: https://libros.uaem.mx/producto/el-parque-melchor-ocampo-miradas-desde-la-universidad/

Un árbol en un bosque

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Parque Melchor Ocampo. Fotografía de Mariana Casas, 2019