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En medio del aguacero y tras ver reverdecer plantas y setos, es fácil olvidar la angustia que vivimos hace apenas unas semanas cuando la lluvia se tardaba en llegar y todos los días había un nuevo incendio forestal en el estado.
Vale la pena recordar al grupo de combatientes forestales que, en nombre de todos nosotros, fueron a arriesgar el físico y la salud para detener las llamas que amenazaban con liquidar lo que los talamontes no han podido.
En la pasada temporada el fuego devastó 3 mil 723 hectáreas de bosque y, en total, los combatientes forestales extinguieron 111 incendios de importancia en 17 municipios de Morelos, aunque los más afectados fueron Huitzilac, Puente de Ixtla y Tlayacapan.
Ayer, 12 de julio, como cada año en nuestro país, se celebró el Día del Combatiente Forestal y ellos realizaron una ceremonia en la que aprovecharon para agradecerle a las brigadas de Michoacán y de la Ciudad y del Estado de México, que acudieran en nuestro auxilio cuando el fuego era más intenso y se necesitaba de un mayor número de brazos para contenerlo. En el control y sofocación de los recientes incendios forestales participaron 30 brigadas, 25 de Morelos y otras cinco de los estados vecinos.
Indudablemente, los combatientes forestales tienen el reconocimiento unánime de la sociedad y La Jornada Morelos se suma a él, pero, por el bien de todos, el agradecimiento también se debería traducir en la dignificación de su sacrificada labor.
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De la pasada temporada, además de su esfuerzo, también recordamos que muchos fueron a enfrentar el fuego embozados por un paliacate y sin más herramientas que una pala.
Un salario digno que sume miembros y condiciones adecuadas para los profesionales que ya están en las brigadas, serían buenas formas de agradecer su esfuerzo.
Tampoco está de más que todos asumamos nuestra responsabilidad cuando visitamos o atravesamos las zonas boscosas que son una de las mayores riquezas de Morelos. Ahorrarles el trabajo a los combatientes tampoco estaría de más.