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Cada final de periodo legislativo, desde una perspectiva bastante reduccionista, los analistas morelenses advierten que la que concluye ha sido la peor Legislatura de las que ha tenido Morelos, así que el final de la LV, que ayer declaró concluidos los trabajos de sus comisiones y comités y su último periodo ordinario de sesiones, también ha recibido el calificativo para el que no parece haber indicadores más allá de la percepción en los círculos políticos.

Aunque probablemente haya sido muy mala, podríamos decir que, en algunos datos, como el número de diputados reelectos, supera con creces a las anteriores. No dejarán el Congreso en el relevo legislativo las diputadas Andrea Gordillo Vega, Tania Valentina Rodríguez, Luz Dary Quevedo Maldonado, ni los diputados Alberto Sánchez Ortega y Francisco Sánchez Zavala. Es decir, el 25% del total del Congreso refrendó sus triunfos, tres de ellos (15%) de mayoría relativa y dos por la vía de la representación proporcional. Algo bueno habrán hecho, los primeros por sus electores y las dos plurinominales por los partidos que determinaron llevarlas como primeras en sus fórmulas. Otros dos diputados, Ariadna Barrera y Agustín Alonso, obtuvieron triunfos amplios en las contiendas que los llevaron a convertirse, a partir del 1 de septiembre en diputados federales; dos más, Mirna Zavala y Paola Cruz, seguramente aparecerán en el gabinete legal o ampliado de la gobernadora Margarita González Saravia desde que asuma el cargo el 1 de octubre. Así que el 45% de los diputados de la LV Legislatura, conservarán un cargo igual o mejor del que tuvieron estos tres años.

Otro indicador relevante tendría que ser, más que la cantidad de leyes, reformas y adiciones, y decretos aprobados; el impacto que éstas tienen sobre la población. Aquí también hay un avance relevante; desde las leyes que buscan frenar la violencia contra las mujeres, otras que protegen a los animales de compañía y al ganado, las que mejoran sustancialmente el sistema de salud para la población abierta, unas más sobre cultura y derechos culturales, las que reconocen los derechos de los grupos vulnerables, entre otras cuyo impacto en la ciudadanía puede ser fundamental para reforzar la sociedad de derechos; las aprobadas por la LV Legislatura parecen reformas de mucho mayor alcance que las intentadas por muchas de sus antecesoras.

Desgraciadamente, los avances que podrían reconocerse a esta legislatura son opacados fácilmente por los constantes desplantes de los legisladores en que usaron el poder de su mayoría para lograr beneficios políticos personales y económicos. El uso del presupuesto para aplicarse en municipios convenientes al cálculo político de los legisladores, las reformas a la Ley Orgánica del Congreso para acomodar el poder interno (la última incluso excediendo su periodo constitucional), y la última joya, que establece que los años que hayan fungido como diputados o regidores cuenten para solicitar jubilación o pensión como trabajadores, son manchas tan grandes como los momentos brillantes de la LV Legislatura, logrando un tapiz de claroscuros en el mejor de los casos, o bien opacando todo lo bueno que pudieron hacer durante su encargo.

Claro que la LV no fue la peor Legislatura de Morelos, pero se le parece.