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El 27 de febrero del presente año salió nota en La Jornada Morelos sobre la firma de la compra del predio de 1,227.92 metros cuadrados para la construcción del Teatro de la Ciudad de Jojutla, en la zona centro-sur del estado. La noticia no pudo sino causar una inmensa alegría porque es parte de una política cultural, de las pocas que realmente funcionaron a nivel municipal en el sexenio que está por terminar, a manos de un político sensible a los temas artísticos: Juan Ángel Flores Bustamante (hoy diputado electo). Cabría suponer que quien será su relevo los próximos tres años al frente de Jojutla, Alan Martínez García, estará interesado en que este importante proyecto se realice adecuadamente y no improvisadamente como puede suponerse de algunas declaraciones de mandos medios actuales. Seguramente lo que cuesta hacer un teatro de verdad, funcional, bien equipado y con presupuesto de operación puede asustarlos. También, lo que parece obvio de los rumores que corren, es que cada funcionario u opinador tiene un teatro distinto en la cabeza o no entiendan para qué un teatro en Jojutla.

Así, pues, ¿para qué un edificio teatral en Jojutla?

Quizá vale la pena recordar que en los últimos dos trienios uno de los poquísimos municipios del estado con una política real de cultura fue Jojutla. Eso le dio dividendos importantes a la imagen de la ciudad y de su presidente municipal. De hecho lo puso en el radar de instancias de cultura federal. Juan Ángel logró traer parte de la programación del Festival Internacional Cervantino hace un año, lo que redundó en más turistas que dejaron derrama económica y los jojutlenses pudieron disfrutar -muchos de ellos- por primera vez en su vida espectáculos de talla internacional. Los espacios donde tradicionalmente han ocurrido las expresiones escénicas en Jojutla, perfectamente inadecuados, han sido: el auditorio Antonio Tlaxcoapan (perfecto para evento deportivos y actos políticos, con acústica espantosa para disfrutar un concierto; y la peor idea para presentar teatro y danza), el foro del Centro cultural y deportivo La Perseverancia (recién remodelado pero sin parrilla ni varas ni pasos de gato como para colocar equipo de iluminación que pudiesen acercarlo a un espacio escénico) y la Alameda (en donde sólo se pueden disfrutar de espectáculos diseñados para ser masivos). En algún tiempo, se utilizó el Cine Robles y el Teatro al Aire Libre del IMSS con las limitaciones propias.

Edificar un teatro puede ser tan infinitamente caro como se quiera. ¿Jojutla necesita un teatro de quinientas o mil butacas? No. Ya tienen el auditorio Antonio Tlaxcoapan. Amén de que los presupuestos se pueden elevar entre cientos y hasta un par de miles de millones de pesos. No tiene el menor sentido. ¿Para qué repetir el mismo error que tantos gobiernos estatales y municipales han perpetrado a lo largo y ancho de la República creando elefantes blancos? Hay teatros de los llamados Black Box (Caja Negra) para 150 o 250 espectadores perfectamente realizables cuyo costo, bien administrado y sin fugas ni mochadas, no tendría por qué estar arriba de los 60 a 80 millones de pesos. Perfectamente realizable y además Jojutla no tiene por qué ir solo en el esfuerzo pues se pueden conjuntar ayudas estatales y federales.

Si pensamos que el Centro Morelense de las Artes va elevarse a licenciatura y a pasar, en primera instancia, a Educación. Y que además se piensa descentralizar abriendo sedes en Cuautla y Jojutla. ¿Qué no es el perfecto momento para idear un proyecto integral en donde un estupendo Teatro Caja Negra venga a dar servicio tanto a los artistas de Morelos, al público de la región centro-sur del estado y al mismo tiempo a la nueva escuela?

Ojalá que, antes de tomar decisiones apresuradas, se haga un consejo asesor de expertos que sí hayan construido teatros, al tiempo que se haga otro donde se trabaje coordinadamente entre municipio, estado y federación.

Diagrama, Dibujo de ingeniería

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