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Como muchos otros problemas, el de la contaminación es el resultado de descuidos ciudadanos y malas prácticas de autoridades y gobiernos que no solo deberían salvaguardar la riqueza natural sino castigar a quienes atentan contra ella.

En Morelos tenemos varios ejemplos de lo anterior, las condiciones de nuestros bosques y cuerpos de agua son ejemplos que solo requieren alzar la vista para encontrar muestras tangibles de la actitud irresponsable de todos. No solo son montes cada vez más desprovistos de árboles y aguas sin vida, las afectaciones no se limitan a una colonia o a un municipio, sino que atentan contra la salud del estado entero.

En un reportaje de nuestra compañera Jazmin Aguilar que publicamos hoy, la investigadora Josefina Vergara, quien encabeza un cuerpo académico de química y física del ambiente, ratifica lo que ya se sabe desde hace tiempo: que el río Cuautla está contaminado de una manera escandalosa y el impacto de este hecho puede afectar la salud de los seres humanos de maneras que no se le atribuirían a un río de manera inmediata, a menos de que ese río sea el Cuautla.

Diabetes, mal formaciones congénitas y padecimientos que pueden llegar a ser fatales como los de los riñones e hígado y hasta cambio de sexo en los peces que aún lo habitan, pueden ser los resultados del caldo de hormonas y químicos en que se ha convertido el Río Cuautla.

Se ha dejado que se use como vertedero de aguas negras y residuos industriales durante tanto tiempo que ya es un peligro incluso mojarse en sus aguas y sus contaminantes solo pueden ser eliminados mediante procedimientos sumamente complicados que van mucho más allá de las capacidades de las plantas de tratamiento de las que disponemos.

Este río ha sido tema de preocupaciones de numerosos académicos y hasta de organizaciones internacionales sin que sus voces sean escuchadas con la seriedad que ameritan sus esfuerzos. Los estudios de la doctora Vergara se suman a los que ya han realizado la UAEM, organizaciones civiles como “Salvemos al Río Cuautla” y hasta la asociación internacional Global Water Watch, sin efecto alguno a pesar de la gravedad ha alcanzado la situación en el río y, a la falta de voluntad, se le suman lagunas legales, normatividades ambiguas y, desde luego, los intereses y rivalidades políticas.

Para complicar aún más el panorama, está la permisividad de los gobiernos municipales en controlar los asentamientos irregulares en las márgenes del río y la costumbre de usarlo como vertedero de cascajo que también ha desempeñado un papel importante en la alteración de las propiedades químicas del río que cada vez está más despoblado de los animales que solían habitar en él.

Tan preocupados como estamos por la disponibilidad de agua que solamente tiende a empeorar cada día, también deberíamos ejecutar un programa estatal de rescate y preservación de nuestros cuerpos de agua de manera urgente. Mientras tanto, podríamos procurar no empeorar la situación y ponerle punto final a las descargas de residuos industriales, aguas negras, cascajo y, desde luego, la colonización de los márgenes del río, acciones todas que ya están al alcance de las autoridades estatales y municipales sin necesidad de reformas legales y planes emergentes. Debemos empezar por la voluntad de arreglar las cosas.