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El peligro de quedar sin chamba

 

Durante el primer semestre del año, Morelos había perdido ya dos mil 626 empleos formales de acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, a estos datos tendríamos que sumar los que representan recortes en diversas industrias instadas en Morelos como las azucarera, cartuchos, autopartes y construcción, todas ellas afectadas por problemas diversos, la mayoría asociados exclusivamente con cada sector, pero también otros que padece todo el sector productivo, y que pasan por una alta carga fiscal en comparación con las escasas ventajas que ofrece la infraestructura local en materia de vías de comunicación, servicios de energía, vigilancia y seguridad pública.

Lo que está pasando en Morelos en materia de empleo es preocupante y evidencia el impacto que, por lo menos un sexenio de total abandono en materia de desarrollo económico, justicia laboral e inversión en infraestructura, ha tenido en la planta productiva local.

En 2020 y 2021, se pudo atribuir la mayúscula pérdida de empleos a la pandemia por Covid-19 y el problema económico que provocó en todo el mundo el cierre de las actividades económicas no indispensables. En 2022 la invasión rusa a Ucrania provocó la desestabilización de los mercados internacionales, principalmente en metales, lo que impactó a gran parte de la industria pesada. Otros conflictos internacionales han provocado la disminución de los expertos sobre el crecimiento económico mundial, pero todos operan aún en cifras positivas que promediarían 4% en las economías en desarrollo, de acuerdo con la cifra proyectada en junio pasado por el Banco Mundial.

Las expectativas para Morelos no son prometedoras. En el 2023, la economía en el estado creció en promedio un dos por ciento, pero cerró en año en apenas 0.2%; ambos indicadores muy por debajo de la meta de 4.5% requerida para mantener los niveles de ingreso per cápita considerando el crecimiento poblacional. Al país tampoco le fue bien, el crecimiento en 2023 fue de 3.2% y cerró el año con 2.3%; pese a la mediocridad de ambos indicadores, son bastante superiores a los de la economía estatal.

Lo cierto es que, a poco más de dos meses de que Margarita González Saravia asuma la gubernatura, y con ello inicie la implementación de nuevas políticas de desarrollo económico, hoy parece más probable que las empresas sigan suspendiendo temporalmente o de plano cerrando plazas laborales, a que vuelvan a abrirlas. Probablemente por eso la insistencia de la gobernadora electa de llevar su discurso en la etapa de transición a mandar señales de tranquilidad para el sector productivo al que apapacha con reuniones, pero también con proyectos que parecen bastante racionales. Aunque faltan los nombramientos de quienes se harán cargo de los despachos de Desarrollo Económico, Hacienda, Trabajo, igual que el resto del gabinete, el empresariado local empieza a recibir señales que generarían algo de optimismo, de no ser porque durante más de una década los empresarios en Morelos han sido abandonados, en los casos más afortunados, o francamente victimizados por la mayor parte de las políticas en materia económica, de seguridad y de desarrollo social.

Más o menos por estas fechas hace seis años, los empresarios locales se reunían con el equipo de transición del recién electo Cuauhtémoc Blanco, se les prometían cosas y hasta influencia en las decisiones del gobierno estatal mediante diálogos frecuentes con el funcionariado estatal, particularmente con el área de Desarrollo Económico. En la primera reunión después de rendir protesta el gobernador y su gabinete, los empresarios fueron recibidos por José Manuel Sanz Rivera, entonces el más poderoso en el equipo de Cuauhtémoc Blanco. Cuentan algunos de los presentes en la reunión que el entonces jefe de la oficina de la gubernatura los insultó con algo así como “aquí se les acabó la corrupción” (lo que a la postre fue falso), y dio por concluida la primera reunión de acercamiento. Ya no hubo más por mucho tiempo. El empresariado se alejó de la administración de Blanco y no hubo mayor relación que la institucional.

A los empresarios no les fue difícil mantener su lejanía con la administración de Cuauhtémoc Blanco, de hecho, el distanciamiento entre el sector productivo y el Ejecutivo estatal empezó desde la administración de Graco Ramírez: una que, además de los expedientes de corrupción en prácticamente todas las dependencias relacionadas con la industria local (Hacienda, Desarrollo Económico, Turismo, Obras Públicas), acostumbraba favorecer a proveedores de bienes y servicios foráneos, pero amigos del círculo de poder del mandatario, en detrimento de la proveeduría local.

Es muy probable una mejora sustancial en las relaciones entre el Ejecutivo local y el sector productivo a partir de que Margarita González Saravia asuma la gubernatura. Pragmáticos como suelen ser, los industriales locales aún no están preparados para apostar por ello, si las cosas mejoran los resultados no llegarán por lo menos en lo que resta del año, así que ellos siguen proyectando como si no hubiera cambios mayores. Los problemas de infraestructura, inseguridad, servicios públicos deficientes (acá la luz es el más preocupante), no se resolverán mágicamente, como tampoco lo hará el mercado para cada uno de sus productos.

Las señales del Ejecutivo estatal deberán acompañarse con hechos a partir de octubre próximo, y esos hechos podrán proyectarse en cifras de mejora en todo lo que requiere el sector productivo. Es muy probable que así sea, pero mientras eso ocurre, en Morelos sigue siendo más probable que se pierdan a que se generen empleos. Cuida el tuyo.

@martinellito

martinellito@outlook.com