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En las pasadas elecciones federales y locales la ciudadanía externó un mensaje muy claro: creen y tienen confianza en la propuesta política, social y económica del Presidente de la República, independientemente de los datos que maneje cada cual.

La apuesta por continuar el legado del Presidente de la República tras haber concluido su mandato, fue asumida por la mayoría de los candidatos arropados por la llamada Cuarta Transformación y su partido Morena que, por cierto, también se beneficiaron por el carisma y la popularidad de Andrés Manuel López Obrador. La promesa de continuar sus propuestas de gobierno fue unánime cuando en campaña buscaban el voto de la ciudadanía, el resultado fue la aplanadora guinda que todos presenciamos el pasado 2 de junio.

Sin embargo, en nuestro estado, la Cuarta Transformación al parecer llegó tarde y mal, como Cuauhtémoc Blanco, y muchos de sus aliados, a las filas Morena. A pesar de lo que él mismo afirma, el triunfo de Morena en nuestro estado no se debe al “éxito” de la gestión de Blanco Bravo, cuyos errores y omisiones lo perfilan como uno de los peores gobernadores que hayamos tenido y su gobierno era visto como la gran roca en el camino de Morena hacia la gubernatura. Como en otras latitudes, el voto por la continuidad debe tomarse con una pizca de sal en Morelos.

Hace un par de días comentábamos el desliz del secretario de Gobierno, Samuel Sotelo Salgado, quien aseguró que en Morelos ha disminuido la comisión de delitos y que la violencia en la entidad pervive como hechos aislados y ayer, el Comisionado Estatal de Seguridad, José Antonio Ortiz Guarneros aseguró que en materia de seguridad debe haber continuidad en Morelos, tanto así que piensa en proponer a “un gallo” que al parecer es su asesor Mario Isaac Vargas Santomé, quien ayudó a diseñar la estrategia su seguridad (si es que se le puede llamar de esa forma).

Nadie en sus cabales puede desear que prevalezca la galopante tendencia al alza de múltiples delitos de alto impacto como los asesinatos, los feminicidios, abusos sexuales, violaciones, extorsiones y hasta contra la libertad sexual, ilícitos que han crecido visiblemente en lo que va del año en comparación con el año pasado, en una tendencia que no ha dejado de incrementarse de manera constante desde hace seis años, con lo que se demuestra -con datos públicos del propio gobierno federal- que la inseguridad no ha logrado ni siquiera contenerse -ni, desde luego, reducirse- en los últimos años.

Ortiz Guarneros debería entender que la continuidad no significa inmovilidad ni inercia y que en Morelos la gente votó por la continuidad de las políticas federales, no por conservar las formas erróneas y fallidas del gobierno estatal de Blanco Bravo y todo su equipo, él incluido. Por lo pronto, Sotelo Salgado y Ortiz Guarneros deberían cambiar de restaurante porque quién sabe con qué les aderezan los alimentos que ven todo tan color de rosa.