loader image

 

(primera parte)

 

Como muchas y muchos, pasé la tarde de hace unos días viendo la inauguración de los Juegos Olímpicos. Gran evento, tanto por la propuesta estética como por la narrativa construida. Es claro que el país anfitrión quiso representarse de cierta manera hacia el exterior. Se trata de momentos con una visibilidad muy grande, de clara tendencia global.

En el caso que nos ocupa, el gobierno francés intentó mostrar una imagen de progresismo e inclusión. Un mensaje nada menor ante el gran ascenso de la ultraderecha. Un fenómeno que, si bien está presente en muchas partes de Europa y América Latina (“Occidente”), en Francia hace apenas unas semanas estuvo cerca de crear un gobierno nacional.

No es nuevo que este tipo de eventos sea utilizado como mensaje político. Los juegos olímpicos de México 68 también presentaron un mensaje de país, uno que pretendió representar “modernidad” y “estabilidad”, una especie de clímax del “milagro mexicano”; aunque, en realidad, estaba ante el inicio de su fin.

En el caso de Francia, no puedo evitar pensar en la imagen de progresismo e inclusión en el contexto de las relaciones que ha establecido con otras regiones del planeta. Se trata del país de la revolución de 1789 (hito en la construcción de las instituciones políticas modernas) y, al mismo tiempo, el de terribles dinámicas imperialistas en Asia y África.

Me parece que la ceremonia también incluía un llamado a la unidad junto a uno de respeto a la diversidad. Algunos mensajes estaban ahí. Por ejemplo, la presencia negra es una parte muy importante del mundo francófono (construido, no está de más recordarlo, con base en dinámicas colonialistas); dado que es prácticamente imposible obviarla, quizá fue incluida por una lógica más cercana al pragmatismo que al convencimiento ideológico. Hay muchas lógicas imperialistas lideradas por Francia que aún persisten y que no se visibilizaron durante la inauguración.

Además, la presencia negra se exhibió parcialmente: se prefirió a negros franceses (o de otro país africano) de cierto “éxito”, no a los migrantes recién llegados a Europa. El tema es que las dos cuestiones se encuentran vigentes. Desde una perspectiva de justicia social, el tema de los migrantes recién llegados es mucho más apremiante, pero, por una decisión de tipo política, la ceremonia se centró en otra parte. Podríamos discutir las razones detrás de esa decisión, pero sin pasar por alto que Francia es un representante del imperialismo contemporáneo.

Es claro que, en tiempos recientes, hemos visto una disputa entre diferentes proyectos civilizatorios. Por un lado, tenemos la propuesta occidental, la de continuidad. Por otro lado, propuestas de cambio. En estos días, he estado reflexionando en que los cambios no son necesariamente malos. De hecho, bien enfocados, podrían ser muy positivos. Una cuestión trascendental es que, entre las propuestas que compiten con la occidental, hay diferencias internas, algunas de las cuales no son de fácil solución.

Por ejemplo, el gobierno de Rusia forma parte de dicha confrontación. Es sin duda uno de los actores de la política internacional que más abiertamente critica a Estados Unidos y a las potencias occidentales (incluida Francia). Un problema es que, en algunos temas, el gobierno encabezado por Putin simplemente no puede ser nuestro “campeón” (usando uno de los conceptos de la competencia olímpica). El reconocimiento de la trascendencia de las luchas feministas es uno de ellos.

Hay un tema de importancia pública que ya fue discutido en el contexto de los juegos: el de la diversidad; ello sucedió a raíz de la pelea entre la boxeadora argelina Imane Khelif y la italiana Angela Carini. No es el momento de profundizar, pero no quiero quedarme sin apuntar que las discusiones a raíz de la pelea incluyeron comentarios transfóbicos. Más aún, se trató de una fake news (la cual asegura que Khelif es una mujer trans) que fue creada con el fin de generar y difundir discursos de odio.

Esta no será la única problemática de la política internacional que aparecerá en el contexto de los juegos, no tengo dudas. Por ejemplo, habrá alguna referencia a la guerra en Ucrania y el papel de las potencias occidentales en ese conflicto. Personalmente, siento una alegría muy especial por las protestas a favor de Palestina y estoy seguro de que también estarán presentes durante los juegos, aunque aún no sabemos con qué magnitud. Mi próxima colaboración tratará de este y otros temas.

* Profesor de Tiempo Completo en El Colegio de Morelos. Doctor en Estudios del Desarrollo por el Instituto Mora.