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La tecnología de lo cotidiano

 

Alfonso Valenzuela Aguilera

Todos los días podríamos leer una noticia que tiene que ver con la tecnología, ya sea la promoción de un nuevo teléfono inteligente, alguna iniciativa para integrar ciertos temas en los planes de estudio del bachillerato, o alguna discusión sobre los límites éticos de implantar dispositivos en el cuerpo humano para mejorar su desempeño. La tecnología es ubicua y se expande por los distintos ámbitos de nuestra vida cotidiana a una velocidad tal que sobrepasa nuestra capacidad para comprender su impacto en nuestras decisiones.

Comenta el historiador Yuval Harari que llegará un punto en que la inteligencia artificial será capaz de conocernos mejor que nosotros mismos, al poder analizar los datos que dejamos registrados al observar imágenes en internet, elegir la música que escucharemos según nuestro estado de ánimo, o deducir nuestras preferencias electorales a partir de los documentos que leemos cotidianamente. Es esto lo que también le preocupa a Slavoj Žižek, no tanto cuál será el futuro de los avances tecnológicos en el desarrollo de la medicina o la ciencia, sino en el hecho de que los grandes corporativos tecnológicos conocidos como GAMMA (Google, Amazon, Meta, Apple, y Microsoft), terminen ejerciendo un poder que irá más allá de la elección de una ciertaorientación política en los gobiernos, con lo que corremos el riesgo de que no poder distinguir lo que efectivamente hemos decidido hacer con nuestra vida cotidiana.

Es por ello por lo que es imprescindible el traer esta discusión al debate ciudadano informado, ya que la tecnología que antes pertenecía a la ciencia ficciónahora está avanzando con una rapidez sin precedentes, pero de lo que solo reconocemos los productos terminados. Si bien es cierto que la automatización de procesos y de servicios tienenventajas innegables en el campo de la medicina, al poder detectarse enfermedades graves desde sus primeras manifestaciones, o en la disponibilidad instantánea de informaciones que permiten resolver problemas de política pública de manera más eficiente, también es importante advertir que los beneficios no se reparten de manera equitativa, sino que generalmente profundizan las inequidades existentes.

La tecnología tiene la capacidad de transformar las sociedades a partir de una “racionalidad” propia. Cuando surgen problemas derivados de la normalización de esta lógica en la vida cotidiana, se argumenta que estas deficiencias se resuelven con más tecnología. Al respecto, Jacques Ellul hace una crítica a la falta de profundidad que conlleva esta visión tecnológica, en el sentido de que la escena virtual atomiza los mecanismos de cohesión social al estar desligados del territorio. Es ahí donde la materialidad física de las cosas cobra importancia al momento de experimentar nuestra vida cotidiana, que permite diferenciar las dimensiones virtuales de lo analógico, lo real de lo imaginario, o los vínculos sociales directos o a través de plataformas.

Las posibilidades de los instrumentos digitales parecerían infinitas, desde la atención de asesores virtuales, la toma de decisiones administrativas de manera automática o la posibilidad de auditar cursos de especialización de manera virtual en cualquier rincón del planeta. Sin embargo, la llamada “megamáquina” está lejos de funcionar de manera neutral, equitativa y eficiente toda vez que se convierte en una intermediaria entre los acontecimientos y la opinión pública, entre el individuo y la naturaleza, o entre la información y la interpretación de los datos. Podemos entonces considerar que se genera un sistema que obedece a una lógica interna que modifica nuestra percepción sobre la realidad, a partir de información fragmentada, discontinua y simplificada.

Si bien el panorama distópico presentado en los libros y películas de ciencia ficción en donde existe un ente que controla la vida de los habitantes no parece todavía tan inmediato, también es cierto que existe un contexto sociocultural más amplio que el medio digital no alcanza a integrar dentro de su instrumental, en donde intervienen relaciones de poder, desequilibrios estructurales o la supuesta libre elección de utilizar o no las redes digitales. Es por tanto necesario introducir los dilemas éticos, culturales y sociales dentro de la ecuación –o deberíamos decir algoritmo- para que estas tecnologías que abren muchas puertas puedan también transparentar los mecanismos con los que sediseñan, procesan, y manejan nuestros datos.

 

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