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Raúl Silva de la Mora

 

Mientras las locomotoras bufan su impaciencia

las arañas tejen

su tela con hilos de música

para apresar la mariposa eléctrica

 

Germán List Arzubide

 

La Revolución Mexicana, el mole de guajolote, la bravata, el don de la arrogancia, el verso transversal, las ondas radiofónicas, el humo de las fábricas, los coqueteos con la política oficial, el ánimo irreverente a rajatabla, la obsesión por las vanguardias, y un puñado de poemas que en su imperfección enarbolan la plena convicción de que la poesía siempre debe ser mucho más que el sentimentalismo ramplón, forman parte de la biografía de Germán List Arzubide, un hombre que a lo largo de sus cien años de andanzas por estas tierras cultivó la amistad como un estado de ánimo natural. Su militancia en el Movimiento Estridentista es parte esencial de esa leyenda, que a brazo partido construyó en las calles, abriéndose paso en la selva citadina, buscando “una palabra nueva y una metáfora nueva que contenga ese sentimiento y lo saque de la recámara”.  

El Movimiento Estridentista fue una revuelta cultural mexicana que irrumpió en diciembre de 1921 en la Ciudad de México, cuando el poeta veracruzano Manuel Maples Arce lanzó un manifiesto desafiante: “Hagamos una síntesis quinta-esencial y depuradora de todas las tendencias florecidas en el plano máximo de nuestra moderna exaltación iluminada y epatante, no por un falso deseo conciliatorio, – sincretismo, – sino por una rigurosa convicción estética y de urgencia espiritual.”

Al nombre de Manuel Maples se suman los de Arqueles VelaGermán List ArzubideGermán CuetoFermín RevueltasRamón Alva de la CanalLuis Quintanilla del Valle y Leopoldo Méndez, quienes constituyeron el núcleo del grupo. Se suman otros nombres que contribuyeron al estado anímico que enarbolaron los Estridentistas: Tina ModottiLola CuetoAdela Sequeyro HaroCarmen Mondragón (Nahui Olin), Nellie CampobelloArmando ZegríHumberto Rivas PanedasXavier Icaza y Jean Charlot.

 

Han pasado ya 28 años de aquella tarde en que Germán List Arzubide me recibió en su casa de la Ciudad de México y grabamos una conversación que su generosidad hizo durar cerca de hora y media, el 2 de febrero de 1995. Aquí, una probadita de ese diálogo:

 

– A tantos años de distancia ¿cómo valora aquellos tiempos del Estridentismo?

 

Pues más que nada el hecho de que nosotros sentíamos que estábamos sembrando una cosa nueva. Sencillamente, la resistencia de los demás nos hacía pensar que lo que hacíamos era algo mejor que lo que se había hecho hasta entonces en la poesía. Nos sabíamos dueños de una forma nueva de vida y de trabajo, de poesía y de pensamiento. 

 

– ¿Cómo fue su encuentro con Manuel Maples Arce?

 

Mire, cuando Manuel Maples Arce escribió su libro Andamios interiores y me lo mandó, al abrirlo encontré estos versos: “Yo soy un punto muerto en medio de la hora, equidistante al grito náufrago de una estrella” y eso me llenó completamente. Si tengo que explicarle a usted por qué me llenó, no se…

 

– ¿Y qué hizo después?

 

Me fui inmediatamente y redacté algo que se publicó en el periódico de Maples Arce, diciendo: “estoy con el Movimiento Estridentista”. Inmediatamente y con ese verso yo sentí que era una cosa nueva. ¿Cómo explicarlo? No sé. Alguno por ejemplo ha querido explicar esa cosa diciendo, bueno él dice “Yo soy un punto” ¿qué es un punto? un punto es una cosa así y al tratar de explicar se hace bola y no va a ninguna parte, porque sencillamente no se puede explicar, se puede sentir o no sentir porque la poesía nace así. Cuando Maples publicó ese libro se lo mandó a Borges, hasta Argentina. Borges lo leyó y publicó una cosa de mucha alabanza, porque dijo que sus metáforas nuevas, las metáforas del Movimiento Estridentista, eran cosas que verdaderamente llenaban el espíritu. Yo también tengo una carta que me escribió una gran poeta de Uruguay, Juana de Ibarbourou en que me dice “recibí su libro y al principio me llenó de desasosiego y lo dejé, pero ahora lo he cogido, lo he releído y voy a decirle a usted que es un libro absolutamente genial, porque nos llena a todos de una ambición de hacer cosas distintas de las que hemos hecho hasta ahora”. Después publique una serie de cartas sobre mis libros, en donde me dicen más o menos lo mismo, la admiración que despierta mi poesía. ¿Por qué, de dónde salió eso? Yo me puse a hacer versos que respondían al ansia de descubrir cosas nuevas, visiones nuevas y así nacieron estos cuatro libros: La esquina, El viajero del vértice, Cantos del vagabundo y El libro de las voces insólitas.

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