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Vicente Quirarte

Vquirarte19@gmail.com

 

Cada mañana de este 1999 la ciudad es otra. Se percibe tan distinta como los habitantes que en el autobús resumen la población diversa de Jerusalén: niños soldados con un rifle automático que parece formar parte de su cuerpo; vastas matronas rusas; ninfetas de blusa azul tan cielo como sus pocos años; etiopes de belleza estatuaria, ortodoxos Hassidim que públicamente evitan el contacto con soberbias muchachas cuyos escotes combaten los rigores del verano. El autobús es, como la ciudad misma, un espacio colectivo donde somos espectáculo y espectadores. Desde él, Jerusalén aparece eterna y en un presente de metamorfosis. Es la ciudad que tres teogonías han convertido en centro de su fe y donde la instauración de un solo Dios provoca responsabilidades tan grandes como peligrosas. El autobús 23 A se dirige a la cima del Monte Skopus, donde se levantan las murallas de una fortaleza destinada a cultivar y preservar la inteligencia, el arma que ha permitido a los hombres superar su atávica barbarie.​

          He aquí la ciudad anhelada, imaginada, conquistada, destruida. He aquí la ciudad como un hermoso juguete inalcanzable que los hombres han utilizado para lo más alto y lo más deleznable de sus pasiones. El gran Domo de la Roca, que la mayor parte de mis alumnos coincidirá en señalar como el hito más notable de Jerusalén, brilla como un sol autónomo y arroja sus humillantes fulgores a la terraza desde la iniciación urbana, el contacto de mis cinco sentidos con una ciudad que será mi casa durante dos meses, como segundo ocupante de la cátedra Rosario castellanos. Me ha antecedido el poeta Carlos Montemayor y yo impartiré la segunda parte de su curso, referente a la novela de la Revolución Mexicana. ¿Qué hace Rosario Castellanos, una autora mexicana, en Israel? No sólo fue una notable intelectual de México sino embajadora de nuestro país en ese Tierra que de otro modo yo hubiera tardado más tiempo en conocer. Después de partida, sigue distribuyendo la responsabilidad de su cargo diplomático: en su nombre somos fiugaces embajadores de la cultura. El testimonio de la estancia de los sucesivos ocupantes en Tierra Santa se recoge en el libro Encuentros con Israel, publicado en 2013 por la Universidad Nacional Autónoma de México, la Secrería de Relaciones Exteriores y la Sociedad de Amigos de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Todos los autores coinciden en que el viaje a Israel y ocupar la cátedra con el nombre de la ilustre escritora es un antes y un después en sus vidas.

          En su libro La miel y la cicuta, el biólogo Jean Hamburger afirma que la amistad es el único de los vínculos exclusivamente humanos. El resto de las relaciones estabecidas entre los seres: el impulso sexual, la maternidad y la paternidad, la solidaridad de especie, el instinto de supervivencia lo compartimos con los otros hermanos animales,pero la amistad es exclusivamente humana y para conservarla y fortalecerla se necesitan cultivo,inteligencia y constancia. La historia de la amistad entre Rosario Castellanos y Raúl Ortiz y Ortiz puede reconstruirse mediante el libro Cartas encontradas..

         Gracias a los afanes de Ángel Cuevas y Alfonso d’Aquino aparecen sus cartas bajo el sello del Fondo de Cultura Económica, en una edición que incluye una introducción de Raúl Ortiz y Ortiz y un texto complementario de uno de sus alumnos predilectos, el también escritor Hernán Lara Zavala. El afortunado título tiene una doble lectura: se trata de cartas encontradas porque resulta un hallazgo localizar material nuevo para conocer la escritura castellana y también el de su causante, amigo y destinatario.  Cartas encontradas, porque se entrecruzan en medio de una temporalidad que no es la nuestra, donde la información llega de manera instantánea y no con la emoción retardada de una carta enviada por correo. Menos de medio siglo nos separa del momento en que se articula este discurso epistolar. Sin embargo la distancia que nos separa de ellas es inmensa. Por eso la importancia de darlas a conocer.

          Gracias a las cartas podemos apreciar a unaRosario con hondo sentido del humor que le ayudaba a combatir su melancolía. Toda su obra está impregnada de una tristeza salvada por su implacable e impecable sentido del humor, aquí manifestado en su vertiente más íntima y más sincera. En el epistolario se menciona repetidamente en nombre de Nahum Megged, recientemente partido, especialista en la obra de Rosario Castellanos y también su amigo constante.El libro está conformado además por una selección fotográfica rigurosa que muestra distintas facetas  de Rosario, y las notas de Raúl Ortiz y Ortizayudan para leer mejor y hacer más actual el contenido de las cartas. Su prólogo es una verdadera biografía de Rosario Castellanos y combate muchos de los lugares comunes sobre su lamentable partida prematura.

           Leemos las cartas como literatura por dosrazones fundamentales: debido a su estilo claro y elegante y porque revelan las emociones intimes e inmediatas de quien se negaba a aprender el inglés y sufría impartiendo clases a alumnos indiferentes, pero que en la docencia encontraba satisfacciones pasajeras. La suya es la odisea de una académica y escritora en Estados Unidos que supo sortear todos los desafíos con éxito y de una embajadora que supo representar dignamente a su país en la Tierra de Israel.

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