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COLISIÓN

 

Hélène BLOCQUAUX*

Afuera la lluvia redoblaba, pegando una tras otra las ventanas de la casa de Norma. En la atmósferadensificada, un primer relámpago partió el cielo nocturno en dos espacios y su eco sonoro, el trueno, no se hizo esperar más que unos segundos para retumbar.

Adentro, la vista de Norma se nubló al ingresar su contraseña secreta en su computadora. Ver de golpe todas juntas las fotos del álbum digital del accidente de Norberto le resultaba demasiado doloroso consultar. En su mente, las palabras sueltas rebotaban con sus recuerdos dispares y pensamientos desajustados del suceso brutal, fatal. Palabras grotescas de sus amigas las telenovelas vespertinas acudían a su mente ya cargada de lágrimas: “no quiero saber más, no es la vida que quiero, pero no sé qué hacer”, dijo Norma. Aunado al accidente que se había llevado a Norberto,se sumaba ahora y la crisis económica, un binomio de vida demasiado pesado para su corta estatura y edad,aunque provista de una energía vital sobrehumana que,sin embargo, repartía generosamente en su trabajo como interina en la oficina de correos. 

Los meses habían pasado, pero no su pesar. Norma seguía sin entender las causas del percance mortal de su compañero de toda su vida. 

En la carpeta digital de recortes periodísticos, el accidente relatado ocupaba apenas unos cuantos renglones. Un solo diario había concedido una nota anodina con una foto que mejor hubiera omitido por la cantidad de sangre visible en el cuerpo fallecido. En otros tabloides, algunos detalles fueron puro invento periodístico por el morbo en los que los lectores quedan atrapados o bien por la prisa de entregar el cupo diario de notas. Lo cierto, lo ineludible en el choque de versiones, algunas de colisión y otras de colusión, es que Norberto había partido para otros cielos. Una pregunta o mejor dicho una duda seguía cobrandovigencia: ¿Sin las condiciones climáticas extremas, acaso Norberto hubiera logrado esquivar el árbol contra el que se estrelló aquella noche?

Desde el primer día de su vida sin Norberto, Norma se estremecía durante las tormentas eléctricas, pero hoy era distinto, un momento casi inesperado. La comunicación con su computadora se estaba tornando intermitente así que prefirió apagar el equipo y tomar una libreta en la que se dispuso a escribir: El amor no sabe escribirse en un tiempo distinto al pasado. Lo hace cuando se fue por la razón que haya sido con una lucidez incomparablemente incomoda. Norma decidió que iba a narrar su historia al compás de los rayos. Para no perder el rumbo de su vida y vaciar su aflicción, aprovechó el estruendo paisaje sonoro.

Afuera, la tempestad eléctrica seguía dibujando trazos luminosos efímeros en el cielo mientras adentro, la pluma de Norma le mandaba toques de electricidad estática afectando la regularidad de su escritura. 

 

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

 

*Escritora, guionista y académica de la UAEM

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