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Por Teodoro Lavín León

 

El análisis de lo que representa el haber enjuiciado a García Luna en la forma que lo han hecho no es bueno para México; si el gobierno lo está utilizando para atacar al expresidente Calderón está bien para sus fines, pero al parecer no se da cuenta en el papel que ha dejado a nuestro país ante el mundo con este juicio.

Lo primero, el resultado nos señala la corrupción en la que vivimos en México. Y qué bueno que enjuicien a los que roban, pero ese no es nuestro mayor problema; el problema intrínseco en la sociedad mexicana y en sus gobiernos, incluyendo al actual, es la corrupción que nos sigue comiendo como el cáncer social más importante de nuestros tiempos.

Las mentiras sobre que ésta -la corrupción- ya se acabó no se las cree nadie; ésta continúa y crece a pasos agigantados, prueba de ello es la inseguridad en que vivimos y que, digan lo que digan, cada vez es peor.

Por ello, el juicio de García Luna está siendo utilizado para dejarle caer el poder del Estado mexicano al ex presidente, pero no tocan qué es lo que pasa en el país en estos momentos; de eso, ni media palabra.

México sólo pierde con este juicio y el gobierno no dice nada. ¿Por qué no llamar también a cuentas a todos aquellos funcionarios de los Estado Unidos que veían en García Luna al gran policía, por qué no decirnos o encontrar y juzgar a todos los que permiten que la droga se distribuya en la unión americana?, de eso, nada, y el gobierno agachado ante los norteamericanos que, normalmente, a través de la historia han tratado de mantenernos bajo su puño, desde al menos a principios del siglo pasado. ¿O qué, no salió de la embajada estadounidense el Chacal Huerta a matar a Madero? ¿Eso ya se les olvido?

Hay miles de ejemplos en la historia de México, por lo que el gobierno no debería de estar tan contento; ya que,acordémonos siempre, “como me ves te verás”, dice el dicho, por lo que así como están juzgando a García Luna si pueden juzgarán a los actuales funcionarios, pues el crecimiento del narco es exponencial en el país.

El expolicía fue enjuiciado con puros criminales como testigos protegidos, que son muchos de ellos ya en libertad los que realmente salieron ganando, después de haber matado a muchos y traficado durante años, y sólo por acusar a quien el fiscal americano quiso, ahora están gozando de las mieles del dinero y la libertad; ellos son los verdaderos ganones de este juicio.

Les guste o no, es necesario que el expresidenteCalderón explique por qué no se dio cuenta de que GarcíaLuna recibía dinero o si estaba de acuerdo con los cárteles mexicanos; es necesario que lo explique y que el PAN fije una posición porque el gobierno en turno se lo va acabar cada mañana sin remedio.

El problema primordial es que se enfatice ante el mundo que vivimos en México lo que es una realidad: en un narcoestado donde el sistema de justicia no funciona; esa es la imagen pública y, en verdad, no nos deja nada bueno. Y si a ello le agregamos cosas como el plagio de la tesis profesional de una ministra que debería ser ejemplo de legalidad, pero que cada día hace más cosas turbias para hacer creer que es inocente, solapada por el poder, la justicia mexicana queda totalmente en entredicho.

El juicio de García Luna es, desde luego, un golpe para México y no hay nada qué festejar, pero al presidente le encanta porque le quedó como anillo al dedo para hablar mal de sus “adversarios”, pero la verdad es que no se da cuentadel daño que nos hacen y lo injustos que son con nuestro país; prueba de ello es que ensalzaban al ahora preso con los mejores calificativos en los Estados Unidos, y ahora que lo enjuician nadie se acuerda, ni siquiera quienes lo señalaron como el gran policía.

El problema enorme de México es que, con una visión cerrada de las cosas, el gobierno festeja lo que debería de ser una afrenta para los mexicanos, y usa el asunto para tapar la realidad en que ahora vivimos, sin permitir el más mínimo señalamiento. Pobre México, no cabe duda, tan cerca de esos vecinos y con tal gobierno sin sentido de la elemental vergüenza. ¿No cree usted?

 

 

 

 

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