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Lo bueno de tocar fondo -dicen algunos optimistas- es que el único camino que queda es hacia afuera del hoyo. A pesar de que en Morelos aun no estamos en el fondo del agujero -podrían decir los pesimistas- la administración estatal parece haberse obstinado en acelerar el paso hacia abajo.

En Morelos, desde hace más de seis años, ya teníamos urgencias que nadie se preocupó por atender, necesidades que todos esquivaron y compromisos que los diferentes gobiernos no cumplieron. Los tiempos de estabilidad y bonanza cada vez se desdibujan más en la historia y en el mito. Ya son muchas las generaciones que no saben lo que es vivir sin que amenace una nueva crisis.

Los rezagos son muchos y las acciones, cuando las hay, han resultado insuficientes o equivocadas; aunque debemos reconocer que eso no solo ha sido una característica de la administración actual pues ya van varios gobiernos cuyas cuentas al final del sexenio son números cada vez más rojos: no solo se dejan de atender los pendientes, sino que se crean más y ese hecho sí es una responsabilidad directa de quienes han ostentado la gubernatura.

De acuerdo al Centro de Investigaciones Morelos Rinde Cuentas, durante el sexenio que termina, dejaron de operar 17 de los 21 programas sociales que operaban en Morelos en materia de desarrollo social y se dejó con el 20 por ciento del presupuesto que originalmente tenían los programas dedicados a sectores vulnerables como mujeres, jóvenes, poblaciones indígenas y migrantes. Como síntesis de todo esto, la Secretaría de Desarrollo Social, de tener 191 millones de presupuesto al inicio del sexenio, en la actualidad solo llega a 71.

Lo anterior demuestra la óptica de esta administración que escatimó los recursos y se apoyó constantemente en el auxilio de la federación y por las iniciativas del Presidente de la República.

Pero los esfuerzos por mejorar la situación de nuestra comunidad deberían empezar localmente en donde -supuestamente- deberíamos tener la radiografía completa de los problemas y la estrategia para atenderlos; Morelos resulta muy diferente a Nuevo León o a Chiapas y el gobierno federal ejecuta sus programas a nivel nacional. Por eso, el desconocimiento de la situación local fue una de las mayores críticas que hubo por parte de la ciudadanía en el pasado proceso electoral.

Morelos Rinde Cuentas completa el cuadro observando también los nombramientos que realizó el gobernador Blanco, que en ocasiones -por lo menos en materia social- recayeron en personas que no contaban con los perfiles ni la experiencia necesaria. Es por eso que contrasta la voluntad y los proyectos que se han esbozado para la próxima administración -sin ir muy lejos, ayer, la gobernadora electa aseguró que la calidad de vida de las comunidades indígenas -rubro que menospreció, de cabo a rabo, el actual gobierno- será una prioridad en los próximos años.

En esta situación las expectativas son muchas, igual que la necesidades y las urgencias que se han dejado añejar. Faltará saber si algunos de los presentes (y en funciones aunque no sea en el Ejecutivo) se logran colocar en alguna de las delegaciones de las dependencias federales o en el propio gobierno estatal. Por eso hay tantas ansias de conocer a quienes acompañarán a la nueva gobernadora en el inicio de sus funciones pero, para eso, tendremos que esperar hasta el próximo mes.