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Ayer el Instituto Nacional Electoral informó que se habían detectado en Atlatlahucan 204 casos de personas que mintieron en su dirección al realizar un cambio de domicilio para contar con una Credencial para Votar de esa demarcación. Como establecen sus procedimientos, el INE los dio de baja del padrón y notificó al IMPEPAC, además se dio parte a la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales para que iniciara una investigación que permita aplicar las sanciones correspondientes, si fuera el caso.

Aunque solo se puede inferir que la intención de esas 204 personas era participar en las elecciones a favor de algún candidato, nunca lo sabremos a ciencia cierta pues, gracias a los mecanismos de depuración de las Listas Nominales, el INE pudo interceptar el caso antes de que el voto pudiera concretarse.

A esto se le conoce coloquialmente como “turismo electoral” y ya está configurado como un delito pues se altera dolosamente una de las joyas de la corona de la democracia mexicana como lo es el padrón electoral del que se derivan las Listas Nominales de Electores, que veremos en vivo y a todo color el próximo domingo, cuando los funcionarios de casilla nos busquen en ellas para corroborar que gozamos de nuestros derechos civiles y que podemos emitir nuestro voto.

Otra de las joyas de la corona es la Credencial para Votar, en la que México ha gastado muchísimo dinero en blindarla contra las falsificaciones o alteraciones y en las se siguen gastando carretadas de pesos para ponerla a disposición de los mexicanos de manera gratuita de una forma casi permanente pues solo se dejan de fabricar cuando se acercan los procesos electorales.

Mantener actualizado el Padrón Electoral y sus Listas Nominales y brindar la oportunidad a la ciudadanía de contar con una identificación universalmente aceptada precisamente por la seguridad que tiene detrás, son algunas de las razones por las que, injustamente, se habla de lo caro que le resulta a México su democracia. Pero ese es dinero bien invertido que, además le brinda a la nación un servicio que no se limita al tema electoral.

El padrón electoral y la Credencial para Votar, su seguridad y confianza, son logros del pueblo de México, que le arrebató al gobierno federal, la conformación de la lista de los mexicanos y mexicanas habilitados para nombrarlo. Esta es una cosa que hay que valorar, sobre todo en estos tiempos.

Desde luego que el turismo electoral no fue inventado ayer y por eso hay mecanismos ya establecidos y automatizados para detectar migraciones sospechosas en tiempos electorales, de la misma forma en que, para prevenir otras viejas trampas, se diseñaron boletas electorales a prueba de falsificaciones; se utiliza una tinta y hasta crayones especiales y se capacita a auténticos ejércitos para que, entre todos esos elementos, nos den seguridad y la certeza de que nuestro voto vale y será respetado. Confianza que es uno de los principales alicientes para que salgamos a votar este fin de semana.

En el caso de Atlatlahucan, esos 204 registros anulados representan tan solo alrededor del uno por ciento de los electores potenciales del municipio y, aunque hubieran pesado localmente, es una anécdota frente a otros casos en los que, no hace mucho, se han involucrado miles de movimientos que se lograron detener a tiempo. Como se ve, hay mucha gente que aún está muy mal informada y confía todavía en las trampas de la vieja escuela.

Ojalá esos “votantes” de Atlatlahucan hayan disfrutado su estancia en nuestro estado, pero el electoral, es un turismo que aquí ya no queremos.