loader image

En una entidad tan convulsa como Morelos, la unidad como sociedad es algo que deberíamos tener presente a la hora de abordar nuestros problemas, y es algo que cualquier gobernante debería privilegiar si quiere llevar a buen puerto su gestión.

Y en estas fechas, los llamados a la unidad se han vuelto la muletilla del partido Morena, que repiten como un mantra para conjurar enojos, envidias y pleitos legales.

Ayer visitó nuestro estado Claudia Sheinbaum, ya no como “corcholata” sino como flamante Coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, cargo honorario que se transformará, cuando los tiempos legales lo permitan, en la candidatura de la coalición nacional encabezada por Morena para la Presidencia de la República.

Desde luego, su discurso giró en torno a la necesidad de conservar la unidad al interior de su partido para llegar con la cohesión necesaria a la jornada electoral, que está a menos de un año de distancia; de hecho, el mantra morenista daba nombre a la gira que encabeza la nueva Coordinadora: “La esperanza nos une”, aunque ahora adoptó el nombre de “firma de acuerdo de unidad por la transformación” cambio que, como la reubicación de la sede del evento -originalmente se había planeado realizar en la Plaza de Armas de Cuernavaca y terminó llevándose a cabo en un campo de futbol en Jiutepec, “con entradas y salidas”- obedeció a las restricciones impuestas por el Instituto Nacional Electoral.

Ya en el micrófono, Sheinbaum recordó que la unidad es lo principal para Morena: “hay tareas que tenemos que cumplir, la primera es la unidad, porque lo único que puede hacer que nuestro movimiento no triunfe es la desunión, es la división, y por eso les digo compañeros, a mí no me gusta cuando alguno le ‘chifla’ a otro compañero, o le hace ‘bu’ a otro compañero… eso no es de aquí, el movimiento debe de estar unido, y todos los que somos parte de este movimiento, somos parte de la transformación”.

Ciertamente, la unidad es sana y, electoralmente, estratégica, detalle que le ha pasado de noche a la llamada oposición, aunque en Morena están muy conscientes de ello pues saben que el método que eligieron para seleccionar a sus candidatos involucra a muchos más personajes de los que pueden postular, por lo que los desencuentros pueden empezar desde casa, mermando su fortaleza interna como partido y como integrantes de una coalición en la que también se encuentran otras organizaciones con sus propios planes políticos.

No obstante, sería deseable que la unidad se transformara de un lineamiento político coyuntural a una línea de gobierno permanente, sobre todo en Morelos, cuya realidad incluye diversas fracturas en el tejido social, entre las instituciones y de la ciudadanía con su gobierno.

Desde luego, el nuestro no es el único estado con problemas estructurales y hondos resquebrajamientos sociales; por eso, a todo lo largo del país, es necesaria una magna “operación cicatriz” que nos permita reconocernos y solidarizarnos con nuestros propios vecinos, que las autoridades también se acerquen a la ciudadanía y no la dejen, literalmente, morir sola. Ojalá recuerden el mantra cuando sean gobierno.