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Hoy es el último día del periodo de silencio que el sistema electoral en México da a los votantes para reflexionar. El período de campañas concluyó el miércoles y empezó el lapso de poco más de 72 horas en que la ciudadanía puede pensar en silencio y con responsabilidad, el voto que hará mañana en la casilla que le corresponda.

No es una cosa menor, cada voto que se reciba en las casillas el domingo será en sí mismo una expresión de libertad, anhelo de cambio pacífico, exigencia ciudadana, participación, equidad, esperanza, en un sistema electoral muy complejo que nos ha llevado décadas construir y cuyo valor mayor es la ciudadanía. El voto de los mexicanos es una expresión de lucha permanente contra los autoritarismos, los gobiernos deficientes, la definición comunitaria del rumbo que queremos para los municipios, los estados y el país.

Importante entonces que este periodo de reflexión pensemos en los candidatos, en las propuestas, y que procuremos un ejercicio racional de nuestro derecho a decidir el futuro de la sociedad. La decisión no es sencilla y aunque se permite cierta orientación emocional (uno puede votar con enojo o con simpatía), en las mejores decisiones suele predominar la razón. ¿Qué necesitan mi familia, mi comunidad, mi región, mi país?

Porque más allá de las frases adjetivas que muchos ponen al voto (de castigo, útil, plebiscitario, en cascada, parejo), lo cierto es que lo más valioso de tu voto es que es solamente tuyo, nadie puede obligarte a ejercerlo de una forma u otra. La soledad de la urna es uno de los momentos más íntimos que tiene la ciudadanía y, a pesar de lo necesaria que es la intimidad, sólo podemos votar cada tres años por ayuntamientos y diputaciones y cada seis por presidencia, gubernatura y senadurías, así que vale la pena aprovecharlo.

La reflexión del voto no debe olvidar la historia, remota y reciente más que del país, de tu familia y tu comunidad en el país; pero tampoco debe quedarse en ello. Muy malas experiencias hemos tenido los morelenses cuando sólo votamos por las afrentas pasadas. Hay que fijarse en el futuro, el que todos queremos construir y para decidir por un porvenir mejor debieron servir las propuestas de cada mujer y hombre que se postularon a cargos de elección. Recordar la historia no debe ser pretexto para negarnos el futuro.

Y si el voto es una de las expresiones más finas de la libertad, tampoco habría que tener miedo a ejercerlo. Las casillas estarán cuidadas por tus vecinos, por gente a la que seguramente habrás saludado muchas mañanas y tardes camino a casa. La ciudadanía morelense, igual que la del resto del país, ha dado muestra permanente de su compromiso con la democracia, con la paz.

Que tu reflexión y tu voto sirvan para mejorar el futuro común, no solo es un buen deseo, también representa una enorme responsabilidad.