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Algo que debe reconocerse es el cambio que muchas industrias han tenido en Morelos en materia de cuidado ambiental. El compromiso por reducir el impacto de la producción sobre la naturaleza que han asumido empresas estatales ha repercutido en la transformación de sus prácticas con la que buscan desacelerar el cambio climático, reducir su huella de carbono, virar hacia una mayor sustentabilidad.

Muchas de las iniciativas industriales de cuidado ambiental parten de investigaciones propias, otras de estándares internacionales y pocas, muy pocas, de la acción de presión de los gobiernos hacia la planta productiva.

La labor del gobierno en materia ambiental se había constreñido por muchos años a la vigilancia del cumplimiento de leyes, a menudo bastante laxas, para el cuidado del entorno. Casos de escándalo como el de la contaminación por plomo que BASF provocó en la Ex Hacienda El Hospital, descubierta después de varios años en el 1999, son ejemplos de esa laxitud de las autoridades locales y federales.

La administración de Cuauhtémoc Blanco en el gobierno de Morelos ha reprobado en muchos rubros, otro de ellos es el ambiental. Las responsabilidad de los ayuntamientos y la Federación en el tema ha podido contener los efectos negativos que produce la ausencia de políticas sólidas de cuidado al medio ambiente en el actual sexenio. De hecho, las más exitosas iniciativas le fueron heredadas a la Secretaría de Desarrollo Sustentable, algunas más fueron asumidas por otras dependencias gubernamentales, como el programa de plantas tratadoras de agua, y muchas más provienen de una sociedad que, en peligro por los efectos del deterioro ambiental y el cambio climático, se ha organizado.

Uno de esos esfuerzos ciudadanos es el que han tomado los industriales de Morelos a través de proyectos como el Llantatón, iniciativa de las industrias pesadas locales que justo ayer cumplió una década de exitosa operación. El programa en que colaboran además ayuntamientos, instituciones académicas y grupos de sociedad civil organizada, no contó para su décimo aniversario con la presencia del titular de la Secretaría de Desarrollo Ambiental, que presume la iniciativa como si fuera propia.

Y no es que el funcionario haya hecho falta, en múltiples ocasiones ha demostrado desinterés, descuido y desconocimiento del área que le corresponde, en una especie de mímesis con el gobernador, pero los esfuerzos de los industriales y los ciudadanos merecían un reconocimiento mayor que el envío de dos botargas para “animar” la ceremonia.

Es una fortuna para Morelos que haya autortidades federales, municipales, pero sobre todo compromiso de muchos ciudadanos por cuidar el medio ambiente. Una buena señal sería que al gobierno estatal también le importara. Habrá que esperar, seguramente, tiempos mejores en el Ejecutivo local.