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Según la Biblia, cuando el demonio tentó a Cristo en el desierto, este le replicó “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios», que con los años se ha convertido en una sentencia proverbial para enfatizar que el ser humano, las comunidades humanas, requieren de muchas más cosas que bienes materiales, incluso si estos son los alimentos que le son imprescindibles para subsistir.

La cultura y el arte, que tantos personajes con poder de decisión cometen la torpeza de considerar como algo accesorio y superfluo, no solo es vital para preservar el ímpetu creativo de la comunidad, sino para atisbar un mejor futuro, más allá de la tragedia, los problemas y sus circunstancias inmediatas, por lo que, solo por esto, debería tener un papel estratégico, políticamente hablando, para cualquier gobierno.

Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía nos demuestra que las bondades de la cultura y la creación artística todavía pueden ir más allá y regresar a quien las propicie beneficios hasta económicos.

El sector cultural de México aportó 2.9 por ciento de la economía nacional en 2022; el Producto Interno Bruto (PIB) generado por los bienes y servicios culturales sumó 815 mil 902 millones de pesos y generó más de un millón 494 mil empleos.

De acuerdo con el INEGI las áreas con mayor contribución fueron las artesanías, que generaron 19.3 por ciento; los contenidos digitales e Internet contribuyeron con 18.6 por ciento; los medios audiovisuales aportaron 18 por ciento, y la participación del diseño y servicios creativos fue de 12.8 por ciento.

Las actividades como propiedad intelectual, contribuyó con 15.9 por ciento; la producción, con 14.7 por ciento; transmisión y difusión –como espectáculos en vivo o radiodifusión– aportó 35.7 por ciento; consumo, 22.3 por ciento.

Las áreas que generan mayor aportación a los puestos de trabajo del sector cultural también son las artesanías, que generaron el 31.4 por ciento del total de plazas ocupadas en el sector; el diseño y los servicios creativos aportaron 14.1 por ciento; los medios audiovisuales, 12.4 por ciento y los libros, impresiones y prensa, 8.3 por ciento.

Es decir, las actividades culturales, en su más amplio concepto, ameritarían robustas estrategias específicas de gobierno porque no solo generan satisfacción en los consumidores de esos bienes, también crean empleos y riqueza contante y sonante, todo para el beneficio inmediato de las comunidades locales.

Y no está de más recordar que, como pocos estados de la República, Morelos es rico tanto en expresiones artísticas y culturales, como en público que las sabe aquilatar.

Pero, para poder dimensionar la cultura en sus justas dimensiones, primero hay que conocerla o, por lo menos, tener la curiosidad de investigar para qué sirve, características de las que carecen algunos gobernantes.