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Morena y sus procesos internos han acaparado los reflectores durante semanas enteras a nivel nacional, lo que es natural dada la importancia numérica de esa organización que, además, es la que llevó a su líder histórico a la presidencia de la República.

En años anteriores, los partidos mayoritarios han sido otros y sobre ellos se centraba la atención del público.

La competencia y la diversa participación de los distintos intereses de la sociedad mexicana deben estar presentes en la plaza electoral; que solo exista un actor no es sano para la democracia en ningún momento y sería una anomalía en una nación tan plural como la mexicana.

Ayer se presentó oficialmente el Frente Amplio por Morelos, que busca aglutinar en una agrupación a la llamada oposición en nuestro estado. Lo conforman los partidos de la Revolución Democrática (PRD), Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y Redes Sociales Progresistas (RSP).

Para ser una verdadera alternativa para el electorado morelense, el FAM deberá, primero, ponerse de acuerdo entre sus diferentes fuerzas, pues el acuerdo central de que el candidato en el estado lo establecería el PRI parece no haber encajado de la mejor manera en algunas de las fuerzas políticas estatales.

De todos modos, cabe recordar que las elecciones son uno de los pilares fundamentales de un sistema democrático, pues permiten que los ciudadanos ejerzan su derecho a elegir a sus representantes y, por lo tanto, tienen un papel fundamental en la toma de decisiones políticas. Las elecciones también facilitan que diferentes grupos y sectores de la sociedad estén representados en el gobierno, por lo que los partidos y candidatos compiten para representar una variedad de perspectivas e intereses, lo que promueve la diversidad y la inclusión en la toma de decisiones.

Por eso, a todos los electores nos conviene que haya diversas alternativas para contrastar diferentes propuestas y apostar por compromisos específicos.

En el ejercicio democrático, conviene que se midan contrincantes de importancia -y precisamente eso busca la conjugación de distintos idearios políticos mediante una coalición tan diversa como el FAM- pues tener oponentes serios, y no patiños, le conferirá legitimidad al ganador y a su gobierno.

Ahora, debemos cuidar que las elecciones -y todos sus procesos- se lleven a cabo de manera justa y transparente, para fortalecer la confianza de la población en el sistema político, en las instituciones y en quien resulte vencedor el próximo año. Elemento esencial para evitar conflictos y tensiones postelectorales.

Esperemos que todos los participantes estén a la altura de las expectativas del electorado morelense, el cual estará pendiente, primero, de la forma en que al interior de las organizaciones se definirán sus candidatos. La demostración de la voluntad democrática de los propios partidos políticos se pondrá a prueba desde antes de que comiencen las campañas.