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En Morelos, una entidad con vocación agropecuaria y turística, principalmente por su clima, cualquier buena noticia para las abejas (las más efectivas polinizadoras en la naturaleza) tendría que serlo para el estado, no sólo por recuperar aquella era en que la miel era un producto de exportación relevante, sino por la relevancia que las abejas tienen para salvaguardar la biodiversidad de los ecosistemas y mantener su equilibrio.

La producción relevante de miel en Morelos se ha restringido con el tiempo y por el deterioro ecológico a sólo dos municipios, Ocuituco y Yecapixtla que concentran más del 60% del aporte melífero del estado; la zona metropolitana de Cuernavaca alcanza menos del 20 por ciento de la producción estatal, cuyo crecimiento en los últimos años ha sido apenas notorio, poco menos del 3 por ciento en los últimos cuatro años, lo que evidencia la necesidad de trabajar mucho en el rescate y conservación de las abejas.

El aporte que la Secretaría de Agricultura ha hecho a la producción con un Manual de procedimientos y protocolo de atención para la captura de colonias y enjambres de abejas melíferas en México, es mucho mayor que el de muchos documentos emitidos por la autoridad, al tratarse de una aproximación científica al problema de la conservación de las abejas que podrá ayudar a rescatar y reubicar el 75 por ciento de los enjambres, mediante la mejora de la convivencia entre la humanidad (como especie invasora del hábitat), y las abejas.

De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la contaminación atmosférica y los pesticidas han sido protagonistas en la disminución de la población de abejas en todo el mundo. Además de esas agresiones, las comunidades de abejas sufren por la pérdida de su hábitat, las prácticas agrícolas intensivas y el cambio climático. De las abejas depende no sólo la producción de miel, sino también la del 80% de los alimentos que consumimos, además de la conservación de flores y jardines.

El rescate de las abejas y el aumento de su población es una tarea que no corresponde exclusivamente a los apicultores y los gobiernos. Cada uno de nosotros, desde las casas y comunidades estamos obligados con esa tarea, por el bien del planeta. Para contribuir desde la esfera ciudadana, los especialistas sugieren plantar flores portadoras de néctar, comprar miel a los apicultores de la comunidad, instalar granjas de polinizadores en balcones, terrazas y jardines, conservar prados y flores, cortar la hierba sólo cuando las plantar con néctar hayan terminado de florecer, usar pesticidas que no dañen a las abejas y aplicarlos cuando no haya viento ni abejas cerca.

Esta vez, el gobierno y los productores hacen su parte, toca a cada uno de nosotros aportar la nuestra.