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Morena decidió suspender los actos de todos sus aspirantes al cargo honorífico de “Coordinadores de los Comités de Defensa de la Transformación”, del que saldrán sus candidaturas a las ocho gubernaturas estatales y a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Tal iniciativa se suma a las varias decisiones que ha tenido que asumir para ajustarse a circunstancias que parecían ser del dominio público pero que los organizadores de ese partido simplemente no previeron.

Desde su convocatoria para sus procesos locales, con evidentes huecos y falta de claridad en asuntos importantes, hasta la postergación al 10 de noviembre de la publicación de los resultados de esos mismos procesos, la organización del partido mayoritario ha dejado mucho desear y esta veda a los aspirantes locales apunta también en ese mismo sentido.

Si bien el periodo de precampañas empezó ayer en tres entidades -Ciudad de México, Jalisco y Yucatán- ¿por qué deben guardar capilla incluso los aspirantes de las entidades cuyos periodos de precampaña empiezan hasta enero como es el caso de Veracruz y Chiapas?

Para no variar en las indefiniciones, la instrucción de la Comisión Nacional de Elecciones suspendió “cualquier acto que pueda considerarse como proselitista, de promoción o recorridos” a partir de ayer, pero no dijo cuándo las podrán reactivar. ¿Será después del 10 de noviembre cuando, supuestamente, se darán a conocer los resultados de sus encuestas y sondeos en las entidades, o se hará hasta que comiencen las precampañas de acuerdo con el calendario electoral de cada entidad?

La falta de previsión y la postergación de decisiones importantes son elementos evidentes de la forma en que se hacen las cosas al interior del partido, por lo menos en sus cubículos de organización electoral, en donde parecen estar ausentes cosas tan elementales como tener pegado en la pared un calendario electoral de acuerdo con la ley vigente.

Este tipo de decisiones intrapartidistas son cosas que pueden incomodar a sus partidarios y sus elementos notables que hoy se encuentran enfrascados en la disputa por las candidaturas; sin embargo, desde afuera, cualquiera podría pensar que al partido las cosas se le están saliendo de control, que están tomando decisiones improvisadas por falta de tomarse las cosas en serio y que los pactos de no agresión interna podrían estar haciendo agua.

Más que inconvenientes internos, podría estarse fomentando un daño a la imagen del partido y son cosas que deberán atender cuando al final del proceso electoral se haga el recuento de éxitos y daños.

En este contexto se suma la situación superviniente de la instrucción del INE para conferir a cinco mujeres otras tantas candidaturas a las gubernaturas que, si bien se concretó hace unos días, era un tema que estaba en la mesa desde hace bastante tiempo y que los partidos dejaron que los tomara por sorpresa.

Así las cosas, el partido mayoritario parece confiar demasiado en su popularidad y perder de vista que en el 2024 habrá otro México, diferente del que existía en 2018 y que sus candidatos serán otros también.