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El 2023 fue un pésimo año para la salud en Morelos. Entre los datos de epidemias, desabasto, problemas laborales, de infraestructura, inseguridad, y anhelos políticos de algunos funcionarios, el ciclo que está por terminar nos enseña que los problemas sanitarios de Morelos en el último lustro no fueron provocados solamente por la pandemia de Covid-19 y tienen su origen en una falla general de las políticas de salud de la administración de Cuauhtémoc Blanco.

Si bien algunos de los problemas son consecuencia de fallas en las políticas federales de salud, lo cierto es que otros estados han logrado que el impacto de estas sea menor sobre su población del que han tenido estos problemas en Morelos. El desabasto de medicamentos es ligeramente mayor en el estado a la media nacional, pero hay estados como Hidalgo, Tlaxcala, Zacatecas y Chiapas que no lo han padecido con la gravedad de Morelos.

El Ejecutivo estatal tampoco ha sabido garantizar la seguridad del personal de salud. La extorsión de que son objeto clínicas y consultorios privados reduce aún más la oferta de servicios para más del 30% de los morelenses que carecen de acceso a instituciones públicas de salud.

La falta de coordinación de las autoridades estatales con las municipales impactó en tareas que en otras administraciones estaban considerablemente dominadas, como las acciones para prevenir la presencia del mosquito transmisor del dengue. El aumento de casi 700% en los contagios de dengue en este año, es la muestra más clara de la falla en la política de salud del gobierno estatal, y de las limitaciones que los recortes presupuestales y en muchos casos la poca experiencia en el quehacer público, padecen los 36 municipios del estado.

El cierre del año nos permite hacer un corte de caja. La pausa tendría que servir para revisar lo que se ha hecho en el sector salud en el estado y corregir los muchos errores que se tienen. Debe ser así porque a pesar de la renuncia del titular del ramo desde los primeros días de noviembre, el Ejecutivo no ha podido nombrar todavía a quien ocupará el lugar, lo que tiene al ex secretario cumpliendo tres tareas: la de coordinador del programa IMSS-Bienestar en Morelos, la de titular de la secretaría y la de precandidato a la diputación local por el séptimo distrito.

El cambio urgente en la política de salud del estado pasa necesariamente por la designación de un nuevo titular, alguien que tendría mucho qué aprender de los errores de quien le antecede. La coordinación interinstitucional en el sector salud es fundamental para cualquier política. El conocimiento de la medicina pública, por muy extenso que sea, no es suficiente para trazar políticas de salud si se ignora la epidemiología y la administración de recursos. Apostar a un perfil que cumpla con esos requerimientos es vital para mejorar la gestión en la Secretaría de Salud.

El cambio es urgente porque, a diferencia de otras áreas del gobierno que pueden esperar los meses que faltan para el cambio de administración, una mala política de salud puede costar muchas vidas, como ya ha ocurrido durante los últimos cinco años.