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Hace muchos años, en un cerro, se instaló una mina de tezontle, cuando dejó de ser productiva a alguien se le hizo fácil usarla como vertedero y hoy se ha convertido en una pesadilla tanto para los vecinos como para las autoridades. Ahora, la antigua mina de Tezontepec se ha convertido en un foco rojo para la salud de todo el valle de Cuernavaca.

El año pasado se desató un incendio subterráneo en el vertedero de Tezontepec en el que se convirtió la mina, que se prolongó por meses y evidenció la irresponsabilidad de sus propietarios -que simplemente se lavaron las manos dejándole el paquete al ayuntamiento- y las omisiones de viejas administraciones que se hicieron de la vista gorda mientras el sitio cambiaba de giro.

Tras años de un nulo manejo responsable de ese tiradero clandestino se generó una conflagración subterránea cuyas emanaciones han afectado drásticamente la vida de los vecinos, varios de los cuales han requerido atención médica.

En abril de 2023 el humo alertó a los vecinos y nueve meses después, cientos de pipas, filas de camiones de volteo con cascajo para rellenar el área y múltiples tratamientos de cal para tratar de compensar la mala aeración de los residuos, se logró controlar la crisis aunque el problema está lejos de haberse solucionado.

Los principales afectados, quienes residen en los alrededores del tiradero clandestino, han llegado incluso a solicitar la intervención del Congreso del estado para que se ayude al municipio a controlar la emergencia.

En el fondo, se encuentra la irresponsabilidad de los propietarios -una de ellas, presuntamente, aspira a la alcaldía de Jiutepec por parte de Morena- quienes no se hicieron presentes durante la emergencia y siguen sin asomar la cabeza. Desde el año pasado, el ayuntamiento de Jiutepec anunció que había puesto en marcha los procedimientos administrativos y legales para proceder contra la empresa minera por violaciones a la normatividad de protección al medio ambiente.

Si bien el daño ambiental es la consecuencia más visible y quizás la de mayor trascendencia para todos los vecinos del Valle de Cuernavaca, la responsabilidad de los propietarios podría alargarse hasta los daños a la salud de cientos de personas quienes pueden demostrar el impacto en su salud que ha tenido el descuido en el manejo de los residuos, y no solo eso: el dejar la mina sin atención una vez que concluyó su vida económicamente útil, también ha afectado vialidades enteras y las estructuras de hogares vecinos, algunos de los cuales están al borde del colapso.

Hoy los vecinos viven una pesadilla y el gobierno municipal un predicamento pues no tiene los recursos necesarios para atender de fondo el problema, aunque confía en que el Congreso aporte parte del capital necesario para, por lo menos, comenzar con la solución de fondo que, de todas formas, implicará tareas de rehabilitación que podrían tardar años.

Por lo pronto, aunque a escala, tenemos un ejemplo claro de los que sucede cuando se deja a las empresas mineras hacer lo que les venga en gana.