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Mientras todos nos preparamos para celebrar un aniversario más de los hechos que nos conformaron como nación, convendría darnos un momento antes o después del pozole para recordar que el espíritu de México lo conformamos cotidianamente todos con nuestro trabajo y con los hechos en los que participamos y que trascienden a la comunidad.

La nación es más que mariachis, la selección, la bandera o el himno nacional. México está conformado por cientos de miles de acciones que realizan los mexicanos durante su vida. Deberíamos recordar que construimos nuestro país con hechos tan cotidianos como cuidar de nuestros hijos, asistir puntualmente al trabajo y hasta con evitar tirar la basura en donde no se debe.

Así como los mexicanos de otras generaciones perfilaron el México que nos heredaron, nosotros le dejaremos nuestra nación a sus habitantes del futuro.

Cuando celebremos a nuestra patria pensemos en lo que hemos hecho por ella, cómo la hemos enriquecido y fortalecido o si, en lugar de eso, la hemos degradado y envilecido.

No oponerse a las injusticias, tolerar el uso faccioso y discrecional de la ley, fomentar la corrupción, no participar en las elecciones, darle la vuelta a los impuestos, adquirir artículos robados, regatear nuestras obligaciones, traicionar nuestras promesas o a los amigos y hasta menospreciar la valía de los demás, son cosas que hacemos todos los días y que no ayudan a mejorar a la patria. No es necesario tomar una sierra eléctrica y tirar un árbol para contribuir con la tala clandestina, ni empuñar la pistola para contribuir a la violencia cuando preferimos no denunciar a sus responsables.

Hay que celebrar la identidad que nos une como mexicanos y, si es codo a codo con nuestra comunidad, mucho mejor. Para eso son las fiestas cívicas: para que nos reconozcamos con nuestros vecinos.

Pero, también pensemos en los valores que tenemos como mexicanos y en el ideal de nación en la que querríamos vivir para dejársela con orgullo a los nuevos mexicanos. Tenemos tanto por hacer todavía y tenemos tantas deudas que saldar de las generaciones anteriores, que en algún momento tenemos que empezar. ¿Por qué no en el cumpleaños de la vieja patria que, en más de doscientos años, aún sigue esperando el imperio de la justicia y el bienestar para todos sus hijos?

¡Viva México! Y felicidades a todos los mexicanos: que algún día merezcamos la patria que soñamos.