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En una escena que resume lo que ha sido casi todo el sexenio, decenas de trabajadoras despedidas de la que fuera una muy exitosa empresa y hoy padece los efectos de múltiples crisis, acudieron a Palacio de Gobierno para exigir una liquidación justa e inmediata, luego de 45 días de espera. Nadie las recibió porque “están de vacaciones”.

Si la gestión de la administración de Cuauhtémoc Blanco cupiera en un Tik Tok, sería el de las madres solteras exigiendo sus derechos frente a los despachos vacíos de autoridades que disfrutan del solaz que les permite más el cargo que el trabajo realizado. La administración que está por fenecer ha sido omisa en prácticamente cada uno de los reclamos que se le hacen, sus omisiones han comprometido la seguridad, el empleo, la justicia, el desarrollo económico y la paz social en el estado.

Las extrabajadoras de Equipos Médicos Vizcarra han tenido que recurrir al boteo y a la venta de sus cosas para poder sobrevivir los ya 45 días que llevan en un conflicto derivado del cierre parcial de la empresa. La falta de recursos que llevó a tal determinación origen de los despidos provoca que la empresa no les ofrezca la liquidación en efectivo a la que tendrían derecho.

No es una situación sencilla. La empresa ha sido una de las más reconocidas industrias morelenses, una especie de orgullo local que, igual a muchas otras de tradición en el estado ha sufrido el impacto de los problemas del estado para retener la inversión. Por supuesto, los trabajadores no tienen la culpa de ninguno de los factores que llevaron al cierre parcial de la empresa, pero son las víctimas colaterales de la crisis.

El conflicto entre patrón y trabajadores despedidos no parece tener mala fe de ninguna de las partes, como ocurre con la mayoría de los que se presentan en la sociedad. Justo para resolver cada una de esas fricciones las civilizaciones se han sometido al mandato de las leyes y el Estado que las salvaguarda. Pero en Morelos la ausencia del Estado en casi todos los conflictos derivados de las interacciones sociales ha sido la única constante durante por lo menos seis años. “Están de vacaciones”, reclama una de las trabajadoras y tiene razón, ha sido un asueto muy largo.

Muchos de los problemas que padecen los morelenses tendrán que esperar hasta después del primero de octubre para que una nueva administración gubernamental los atienda, una que esté presente y dispuesta a trabajar en lo que le corresponde. Pero el de las extrabajadoras de Vizcarra no puede aguardar tanto, porque la mayoría son madres solteras que no tienen acceso a otras fuentes de ingresos, tienen que vender sus cosas o pedir cooperaciones para comer, y sus hijos están a punto de regresar a las escuelas lo que significa un gasto importante.

Sin mala fe de nadie, el conflicto tiene muchísimas víctimas. Todas tendrán que esperar a que el Ejecutivo regrese de vacaciones para, por lo menos, seguir gritando por justicia a alguien que, por lo menos, las oiga.