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Nuestro más sentido pésame para la bella Margarita, amor de la vida de Agustín, y para ti Andrés, mí editor y amigo, para el más «agustiniano» de la familia, el gran Tino y por supuesto al brillante Jesús, como investigador y escritor. Tu padre, me consta, murió feliz no sólo por su obra literaria y su originalidad sino también por esa otra obra tan difícil y complicada como es armar una familia donde cada uno tiene su lugar en el Mundo gracias al apoyo moral, intelectual, emotivo y sabio del «Jefe».

JOSÉ AGUSTÍN descansa en paz, de eso no tengo duda. Cumplió con los cometidos que se propuso en su vida, ¿qué más podemos pedir?

Hernán Lara Zavala