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(Fragmentos de una conferencia en Cuernavaca)

José Agustín

Muchas gracias, muy buenas tardes. Estoy muy contento de hallarme aquí esta tarde. Mi amigo, Arturo Hernández es un promotor cultural sensacional, es un tipo extraordinario. Yo le tengo un cariño muy grande porque lo conozco desde hace muchos años y he visto el amor tan grande que le tiene a la cultura, y muy específicamente a la literatura mexicana. Él se ha desvivido por tratar de darnos lo mejor de lo que él ha podido percibir en torno a los libros. Le mete todo el cariño, toda la devoción, todo el amor, y este es un ejemplo extraordinario que ojalá lo tuviéramos muchísimo más entre nosotros.

Bueno, Arturo me ha pedido que viniese a hablar sobre Pepe Revueltas y a mi no me tienen que torcer demasiado la mano porque la mera verdad es que hablar de Revueltas me gusta mucho, es un señor por el cual tengo una gran admiración, fue una figura capital en mi vida y sinceramente creo que es uno de los grandes escritores no sólo en México sino en América Latina y en el mundo entero. La literatura de él, aunque no ha tenido el grado de difusión que le han dado a la obra de Octavio Paz o Carlos Fuentes. Su caso es un poco como el de Jaime Sabines, son autores que nosotros conocemos, admiramos y queremos verdaderamente, pero que fuera de nuestras latitudes nadie los conoce. Si ustedes se van a Guatemala, a Buenos Aires, a San Diego, el conocimiento de estos personajes es mínimo. En Europa y en Asia son escritores sumamente subestimados. Realmente son ellos los que se están perdiendo estas maravillas de la literatura mexicana, pero así es esto de lo que le llaman el etnocentrismo, o eurocentrismo, o gringocentrismo, o como quieran llamarle a esa chingadera, donde los países poderosos imponen su cultura y su ley.

Miren, yo conocí la literatura de José Revueltas cuando estaba muy jovencito. Para ser preciso, tenía 14 años de edad y llegó a mis manos El luto humano. Ya para entonces yo estaba leyendo mucha literatura mexicana y Revueltas se me reveló como alguien que no se parecía a ningún otro escritor. Esta novela tiene un contenido político, extraordinariamente fuerte, que trata un tema que nadie más que Revueltas lo podía tratar, o Jean Genet, o Jean Paul Sartre, o gente así. En El luto humano se liga el tema político con el submundo, con los personajes marginales que viven una vida totalmente involucrada con el crimen y la delincuencia: prostitutas, padrotes, rateros, asesinos, todo ese submundo que está presente en Revueltas, y que lo acerca mucho a la obra de Luis Buñuel, que también siempre le interesaron estos seres del submundo como los de Dostoievski, porque eran seres que estaban vivos, seres que de una manera o de otra estaban resistiendo ante el sistema y lo hacía de una manera incorrecta, se iban hacia la delincuencia, pero era su manera de mostrar que estaban en contra de los planteamientos del sistema.

En Los muros de agua, Revueltas nos muestra que estos personajes que se enfrentan al sistema o no caben en el sistema, se equiparan con otros personajes que también rechazan al sistema, conscientemente, que no caen en el mundo de la delincuencia, pero si están en una resistencia total y definitiva en contra del sistema, que son los presos políticos. La temática preso político, preso común, es una temática central en la obra de José Revueltas y la trabajó toda su vida. Nadie más lo ha hecho, porque nadie mas que él tenía la capacidad de poder percibir estas realidades. Él las estuvo viviendo prácticamente desde que estaba muy jovencito.

A mi me tocó conocer a Revueltas cuando me encargaron la edición de sus obras literarias y allí lo conocí bastante bien. Pero cuando ya lo conocí de una manera profunda fue en la cárcel. Él estaba en la crujía M y yo en la H, y yo tuve la suerte de poder hacerme amigo de mucha gente y logré la conquista de poder recorrer toda la cárcel y me iba yo a comprar mi jarra de agua de melón a la juguería, que estaba enfrente de la crujía M, donde me iba a dar la vuelta, porque era la única que tenía un jardincito. Tenía pastito y unos cuantos arbolitos. Era un tesoro extraordinario porque me podía tirar en ese jardín y sentir el solecito, y toda esa gente que estaba allí eran unos alquimistas frustrados que hacían unos licores con ciruelas, con cáscaras de pera, con papa, plátanos, yo qué demonios sé. Sabían horroroso, pero nos ponían verdaderamente graves. Yo salía trastabillando a las diez de la noche de la crujía M y no sabía cómo carajos llegaba a la mía.

Me acuerdo que una vez le pregunté:“¿usted cuál piensa que es la diferencia entre la mariguana y el alcohol?” Él me contestó que la mariguana no le interesaba porque vuelve introvertida a la gente y la aísla, en cambio el alcohol son los vasos comunicantes, uno se toma la copa y a cotorrear luego luego, y en verdad él lo ponía en práctica. Cuando estaba sobrio solía ser mas parco, pero una vez que tomaba dos o tres copiosas le brotaba toda la erudición y se ponía a contar las cosas más increíbles del mundo y a hablar de autores y de filosofía, mientras yo me quedaba totalmente embobado.

*Fragmento de una conferencia realizada en el Parque Revolución de Cuernavaca, Morelos, el 19 de octubre de 1999. Cortesía de Raúl Silva de la Mora